Dudo que haya algún bibliómano al que no le guste dormir rodeado de libros. Están, por supuesto, los amontonados en la mesita de noche -unas pilas que pueden llegar a convertirse en verdaderos Everest. (Aprovecho para mencionar que siempre pongo mala nota a los hoteles en cuya mesita de noche a duras penas cabe un libro. Señores hoteleros, deberían pensar en la gente que lee en la cama.) Ciertamente, hay dormitorios enanos, en los que no cabe una estantería, y también hay quien prefiere el look minimalista y las habitaciones que parecen un monasterio zen, pero si uno tiene -como me pasa a mí- la casa llena de libros, es inevitable que también el dormitorio tenga su librería en cualquier cacho de pared que quede libre.
Una de las razones por las que, Brexit o no Brexit, el Reino Unido va a seguir siendo uno de mis destinos favoritos es porque -más que ningún otro país que yo conozca- entienden bien esta necesidad bibliómana de rodearse de libros en todas las situaciones posibles. Recientemente, he descubierto unos cuantos lugares que me temo requerirán una nueva visita a ese bendito país. (Y gracias ante todo a Slightly Foxed, que me puso sobre la pista.) Lugares que combinan alojamiento y biblioteca para mayor deleite de sus huéspedes. El primero es la Gladstone Library. Recordarán ustedes a William Gladstone, eminente político inglés del siglo XIX, que fue en cuatro ocasiones Primer Ministro. La reina Victoria -con quien siempre tuvo malas relaciones- le creía loco, aunque tal vez se debía a que era un gran lector. En sus 88 años de vida llegó a leer unos 20.000 libros (lo sabemos porque los anotaba en su diario) y solía pasar horas reordenando su enorme biblioteca, que llegó a albergar 30.000 ejemplares. Consciente de la importancia de acercar la lectura a todo el mundo, hacia el final de su vida Gladstone constituyó una fundación que se haría cargo de su biblioteca y la abriría al público, en especial a las personas que no disponían de medios para acceder a la cultura. Desde el principio, pues, fue una "biblioteca residencial", que acogía a estudiantes y académicos que deseaban consultar sus fondos. Hoy, modernizada y con sus instalaciones puestas al día, es también un confortable hotelito, que tiene el no desdeñable añadido de ofrecer a sus huéspedes una impresionante biblioteca con más de 250.000 ejemplares a su disposición, aunque ellos se definen en su web como "a funny little library in North Wales". La afición británica por el "understatement", sin duda. Nos informan también de que ofrecen descuentos "para el clero y los estudiantes". Es lo que faltaba para sentirme transportada a una novela de Anthony Trollope
Por muy apetecible que resulte explorar el norte de Gales, lo cierto es que el destino más frecuente, y obvio, cuando se viaja al Reino Unido es su capital. Si uno desea evitar la impersonalidad de los hoteles y al mismo tiempo aprecia los servicios que tal vez no encuentre en una habitación de Airb&b, Londres ofrece la opción de los clubs privados. El que probablemente sea el más nuevo entre ellos se llama Library y está situado en Covent Garden, en el meollo del territorio teatral londinense. Haciendo honor a su nombre, combina las comodidades de un club tradicional con eventos culturales y librescos. Pero, a juzgar por su web, me temo que requiere que sus miembros no sólo sean librescos, sino que deben tener el bolsillo (muy) bien provisto. Todo muy chic y cool, para mi gusto. Si se prefiere una opción con más solera, recomiendo hacerse socio del University Women's Club, una joya situada en pleno Mayfair. Su biblioteca, además de bien nutrida, es preciosa, igual que sus salones.
No es exactamente dormir rodeado de libros, pero sí con una biblioteca a dos pasos de tu habitación, lo que resulta muy reconfortante. ¡Y un avance notable respecto a cualquier hotel, donde como mucho encuentras una Biblia en la mesita de noche y una máquina expendedora de refrescos en el hall!
La última de las recomendaciones de Slightly Foxed no implica alojamiento, pero es muy, muy libresca. Se trata de la London Library. Tal vez no sea tan famosa como la British Library, pero no le va a la zaga. Fundada en 1841, ofrece 15 millas de estanterías abiertas al público, aparte de un fondo con más de un millón de referencias. Además de cómodas salas para leer y escribir sin ser molestado (¿quizás incluso dar una cabezadita?).
Esta biblioteca cuenta entre sus fondos con algunas joyas que le ponen a una los dientes largos. Sin ir más lejos, una primera edición (1850) de David Copperfield, así de bonita:
Su única desventaja: el acceso no es gratuito, se requiere ser socio para disfrutar de estas maravillas.
Consolémonos: dormir, y soñar, no cuesta nada.
El edificio que alberga la biblioteca |
Por muy apetecible que resulte explorar el norte de Gales, lo cierto es que el destino más frecuente, y obvio, cuando se viaja al Reino Unido es su capital. Si uno desea evitar la impersonalidad de los hoteles y al mismo tiempo aprecia los servicios que tal vez no encuentre en una habitación de Airb&b, Londres ofrece la opción de los clubs privados. El que probablemente sea el más nuevo entre ellos se llama Library y está situado en Covent Garden, en el meollo del territorio teatral londinense. Haciendo honor a su nombre, combina las comodidades de un club tradicional con eventos culturales y librescos. Pero, a juzgar por su web, me temo que requiere que sus miembros no sólo sean librescos, sino que deben tener el bolsillo (muy) bien provisto. Todo muy chic y cool, para mi gusto. Si se prefiere una opción con más solera, recomiendo hacerse socio del University Women's Club, una joya situada en pleno Mayfair. Su biblioteca, además de bien nutrida, es preciosa, igual que sus salones.
No es exactamente dormir rodeado de libros, pero sí con una biblioteca a dos pasos de tu habitación, lo que resulta muy reconfortante. ¡Y un avance notable respecto a cualquier hotel, donde como mucho encuentras una Biblia en la mesita de noche y una máquina expendedora de refrescos en el hall!
La última de las recomendaciones de Slightly Foxed no implica alojamiento, pero es muy, muy libresca. Se trata de la London Library. Tal vez no sea tan famosa como la British Library, pero no le va a la zaga. Fundada en 1841, ofrece 15 millas de estanterías abiertas al público, aparte de un fondo con más de un millón de referencias. Además de cómodas salas para leer y escribir sin ser molestado (¿quizás incluso dar una cabezadita?).
London Library (foto Philip Vile) |
Esta biblioteca cuenta entre sus fondos con algunas joyas que le ponen a una los dientes largos. Sin ir más lejos, una primera edición (1850) de David Copperfield, así de bonita:
Su única desventaja: el acceso no es gratuito, se requiere ser socio para disfrutar de estas maravillas.
Consolémonos: dormir, y soñar, no cuesta nada.
Hola Elena: Gracias por esta interesante entrada. De entre todos los lugares que mencionas, me quedo con el University Women's Club, lástima que para reservar una habitación haya que ser miembro! Me temo que hacerse socia sale demasiado caro para alguien que visita Londres un par de veces al año. Quería preguntarte si en la revista Slightly Foxed ha aparecido algún artículo sobre este tipo de lugares en Inglaterra, y si es así, en qué número lo has visto. Me interesaría echarle un vistazo. Por cierto, Simonetta Agnello Hornby también habla de la London Library en su libro Mi Londres (publicado por Gatopardo Ediciones) y del club al que pertenece (no recuerdo el nombre ahora mismo, pero en cualquier caso, afortunada ella!)
ResponderEliminarSaludos,
Pilar
Gracias por tu comentario, Pilar. Había olvidado que Simonetta Agnello Hornby menciona la London Library en su libro, que leí hace poco. Al ir a comprobarlo, me encuentro con un dato delicioso: resulta que el edificio se vendría abajo de no ser por los miles de libros que alberga, es el peso de los libros lo que lo sustenta. Ella es miembro del Reform Club, que está cerca de esta biblioteca y tiene un acuerdo con ella para que sus socios reciban directamente los libros en su casa. Parece un arreglo ideal, ¿no? Pero, como dices, hacerse socio de uno de estos clubs sólo sale mínimamente a cuenta si uno frecuenta mucho Londres. ¡Ya quisiéramos algunos!
EliminarRespecto a la revista de Slightly Foxed, me temo que no estoy suscrita, sólo recibo su newsletter, donde siempre encuentro datos interesantes como los mencionados aquí. Te sugiero que se lo preguntes directamente, son muy amables y sin duda te responderán.
Leer tu blog es como ver comer a alguien que ama la gastronomía (no un tragón; un gourmet): da gusto. No lees libros, los paladeas. Y luego, después de leer, hablas de libros, igual que un gourmet, después de comer, se deleita hablando de comida.
ResponderEliminarOtra virtud de tu blog es que consigue trasladarme a otros lugares. Igual que tú, adoro Inglaterra. La Inglaterra literaria, porque, después de visitar el elitista Eton y conocer in situ la historia de Irlanda, mi simpatía por el pueblo inglés ha disminuido varios enteros. Pero su literatura, su ficción, sus leyendas, su mitología... Adoro todo eso.
Cuando, después de visitar Londres varias veces, decidí conocer el resto de la isla, mi primera elección fue un periplo de 21 días por el sur de Inglaterra. Desde Canterbury hasta el extremo Oeste de Cornualles. Por cierto, en Canterbury, un pueblo precioso y literario a más no poder, vi una fascinante Masonic Library.
Elegí ese recorrido siguiendo la que yo considero más hermosa leyenda occidental, la del Rey Arturo. Y, en efecto, visité los principales lugares artúricos, Tintagel, Glastonbury, Bath, Stonehenge, Cadbury... Fue una gozada de lo más literaria.
Por cierto, en los hoteles hay algo mucho peor para la lectura que una mesilla homeopática: esas lamparitas de cabecera que dan menos luz que una cerilla e impiden todo intento de lectura (al menos a los que, como yo, padecemos presbicia)
Gracias por tu amable comentario, César. Es verdad que, después de leer libros, lo que más me gusta es hablar sobre ellos. Me quedo con la envidia de ver Canterbury y su biblioteca masónica. Decididamente, algún día tendré que emprender un recorrido literario por las islas británicas.
EliminarLo de las luces de los hoteles es una verdadera cruz: o no alumbran nada, como bien dices, o todo lo contrario, son tan potentes que es imposible leer por la noche sin desvelar a tu compañero/a de habitación. Hace tiempo que tengo la sospecha de que los decoradores no son lectores, no hay otra explicación para ello.
Por otro lado tenemos la situación penosa de aquellos hoteles que pretenden tener una "librería" en la recepción o la sala de espera para entretener a sus huéspedes mientras esperan que los atiendan los empleados o a algún compañero de viaje. Suelen ser no más de 15 o 20 libros que nadie toca en años. Por no decir de aquellos que intentan que haya algunos en las habitaciones, casi peor, porque da que pensar ¿y si en lugar de la 204 me hubieran dado la 205 y allí me estuviera aguardando una primera edición ó un ejemplar firmado?
ResponderEliminarClaro que ni en la 205, ni en la 6, ni en la 7.... vanos intentos de dotar de un aire cultural a un simple alojamiento turístico.
Por otro lado, si hubiera algo interesante por error ¿cuánto tiempo duraría sin que nadie se lo apropiara?
Oh, sí, esas "bibliotecas" están compuestas generalmente por libros que los huéspedes han dejado atrás, probablemente porque no tenían ningún valor. Hablo en parte por experiencia: la única vez que, a propósito, he dejado un libro en un hotel fue porque lo encontré tan malo que no me apetecía seguir cargando con él.
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