John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 18 de octubre de 2011

OFICIOS DE ESCRITOR

Joyce, en un momento musical
Dos preceptos deberían estar esculpidos en piedra ante la mesa de trabajo de todo aspirante a escritor. El primero, atribuido a Hemingway, dice "La papelera es el mejor amigo del escritor"; el segundo, no atribuido a nadie, que yo sepa al menos, pero de sentido común, es "No esperes vivir de esto". Del primero hablaremos otro día, por ahora me conformaré con apuntar que no sólo es aplicable a jóvenes escritores afectados de verborrea, sino también a escritores con cierta fama que, repentinamente, creen que cualquier cuentecillo o cuartilla que emborronaron en algún momento de su vida merece ser publicado. Un error. En cuanto al segundo, es una cuestión estadística: ¿cuántos escritores hay que realmente puedan vivir de lo que ingresan por sus libros? Muy, pero que muy pocos. Y, desde luego, casi ninguno al principio de su carrera. O sea, que el oficio de escritor no existe. Si a un niño se le ocurre decirle a su madre "De mayor quiero ser escritor", ésta sin duda le recomendará que se busque un oficio alternativo. Uno, a ser posible, que deje algo de tiempo libre. Así, los escritores-no-profesionales, que son casi todos, suelen optar por trabajos que tengan algo que ver con el mundo de las letras, como profesores, traductores o funcionarios de algún organismo cultural. Pero un vistazo detenido a las ocupaciones laborales de algunos escritores que luego fueron famosos (de los otros poco se sabe) da como resultado una lista muy variada y bastante curiosa. De nuevo, hemos de agradecer a la web Flavorwire su colaboración para poner a nuestro alcance este tipo de datos. Ahí van algunos:

-Antes de publicar Dublineses, James Joyce, que tenía una hermosa voz de tenor, se ganaba algunos dinerillos cantando en fiestas.
-Kafka, como todos sabemos, trabajó toda su vida para una compañía de seguros de accidentes laborales, una ocupación que parece que desempeñó con aplicación, porque fue ascendiendo en el escalafón hasta su temprano retiro en 1922.
-En una de sus escasísimas entrevistas, en 1953, J.D. Salinger mencionó que había trabajado como director de animación en un crucero de lujo sueco. De esa experiencia salió su relato "Teddy".  Me cuesta imaginar al misántropo Salinger velando por el entretenimiento de una banda de cruceristas. O quizás fueron experiencias como esa las que le llevaron a la misantropía.
-Durante un tiempo, William S. Burroughs trabajó en Chicago como exterminador de plagas. A este sí que le pega más el tipo de trabajo, la verdad.
-A nadie puede extrañarle que un bala perdida como Jack Kerouac ejerciese diversos oficios, ninguno de manera muy estable: empleado de gasolinera, vigilante nocturno, recogedor de algodón, albañil, lavaplatos... Y estos son sólo agunos.
-En sus entrevistas, el propio Kurt Vonnegut ha bromeado con el hecho de que durante un tiempo fue encargado de un concesionario de coches de la marca Saab: "Creo que ese es el motivo por el que nunca me darán el Nobel".
-A veces incluso, esos trabajos alimenticios son una fuente de inspiración para la escritura. Ken Kesey trabajó como conejillo de indias para una investigación con medicamentos psicotrópicos para la Universidad de Stanford, una experiencia que le fue de gran utilidad para su novela Alguien voló sobre el nido del cuco.

Fotograma de la película basada en la novela de Ken Kesey,
con Jack Nicholson como protagonista
Y como estas existen un sinfín de anécdotas. En Estados Unidos, dónde si no, incluso existe una web dedicada a indagar en ello.
Será espíritu de los tiempos o pura coincidencia, pero cuando estaba a medio redactar esta entrada he visto que el estupendo blog de José Antonio Millán Libros y Bitios le dedica hoy una entrada a este mismo tema. Aprovecho pues los enlaces que facilita para incluir aquí también algunas pinceladas de cómo afrontan la siempre espinosa (y ahora aún más) cuestión de la subsistencia los escritores. Aunque como dice Agustín Fernández Mallo "¡Los novelistas afectados por la crisis! Es paródico. Los novelistas simpre están en crisis".
Por su parte, Antonio Orejudo opina con ironía que "De hecho, para ganar dinero conviene no escribir demasiados libros. Los libros quitan mucho tiempo a los bolos, que es la actividad verdaderamente lucrativa”.  Y es que no conviene esforzarse demasiado, porque  el escritor que gana mucho dinero está mal visto. "A la gente le gusta que los países pobres sean exóticos, igual que le gusta que los autores que no vendemos tanto seamos exóticos, bohemios y esas cosas. Si nos ven de corbata, como si fuéramos Carlos Fuentes, ya no les mola, les parece sospechoso: como si van a un viaje de aventura y resulta que hay hoteles de cinco estrellas y solomillo, en lugar de comer hormigas”, dice Rafael Reig. Duro oficio éste, que por un lado no es tal, porque de él no se vive, y por otro, cuando se convierte en saneada fuente de ingresos está mal visto.

8 comentarios:

  1. Una sugerencia para avanzar en la indagación de oficios paralelos a la escritura: Impedimenta acaba de publicar "Trabajos forzados", de Daria Galateria, traducido por el recientemente fallecido Félix Romeo. Ahí se cuenta que Jack London fue cazador de ballenas, Gorki fue pinche de cocina en el Volga y Orwell ejerció de policía en Birmania...
    Desde el jardín de las luciérnagas, un saludo, compañera.

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  2. El anónimo anterior se ha adelantado a mi sugerencia sobre el libro publicado en Impedimenta y que estuve tentado de adquirir recientemente. El tema es interesante en ocasiones porque, como todo, puede dar pistas en algunas de sus obras (el caso Conrad es paradigmático de autor que recurre constantemente a sus vivencias). También sentimos esa inevitable chafardería cultural y saber de oficios diversos acaba humanizando al escritor, sentirlo menos mito y más próximo.
    Los guionistas, sobre todo los asalariados de las productoras de antaño, sí que tenían un oficio claro. Un mundo muy interesante en el que trabajaron algunos de nuestros míticos escritores.
    Un saludo Elena.

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  3. El tema es muy interesante, como todo los que sueles poner. Coicidiendo contigo en el periódico ADN de hoy se comenta esta cuestión y la relaciona con los escritores delincuentes(William Burroughs mató a su mujer emulando a Guillermo Tell. Saludos Pilar

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  4. Muy interesantes los links y las recomendaciones. En general estos temas me abruman un poco porque al intentar listar escritores con trabajos curiosos te das cuenta que la lista se vuelve interminable.

    Me gusta aquello que decía Faulkner en una entrevista que le preguntaban cual había sido el mejor empleo que había encontrado para escribir (Faulkner había trabajado en diversos ambientes desde una mina, hasta una oficina de correos donde según se cuenta las cartas se retrasaban porque Faulkner se dedicaba a leer y a escribir durante las horas de trabajo), Faulkner contestó diciendo que el mejor oficio había sido administrador de un burdel, ya que apenas tenía que unos cuantos numeros contables, y durante el día el burdel no trabajaba y el podía dedicarse integramente a escribir, y por la noche encima se entretenía con el ajetreo de las chicas y los clientes.

    Del mismo estilo el caso de Roberto Bolaño que pasó muchísimas de las horas de su vida como guardia de seguridad nocturno en un camping de Castelldefels.

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  5. Anónimo y Carlos, gracias por avisarme de ese libro de Impedimenta sobre este tema, no sabía de él. Pero el hecho de que exista demuestra que el chafardeo literario vende, seguro.

    Pilar, tampoco había visto lo de ADN. Como ya comento en el post, tengo la sensación de que el tema está en el aire, no puede ser casualidad que tanta gente al mismo tiempo nos pongamos a hablar de esto.

    Vigo, está claro, por lo visto hasta aquí, que los mejores oficios para escritor son aquellos en que lo que has de hacer es mínimo, tener los ojos abiertos y poco más. Mientras tanto, uno puede dedicarse a escribir en su cabeza, como hacía otro escritor americano que se ganaba el sustento posando como modelo de desnudo artístico.

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  6. Ya lo imaginaba..., vivir de la escritura es muy difícil. Pero pensaba que lo hacían compatible con oficios afines como periodismo, traductor, etc. Pero los ejemplos que mencionas son sorprendentes.

    Muy interesante, Elena.

    Un abrazo!!

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  7. El oficio de escritor no existe, dices. Me gusta mucho esa ironía. Gil de Biedma empezó a escribir, decía, para inventarse una identidad, y es un poco eso, creo. Probablemente, si de economía se trata, la etiqueta de escritor se justificaría más en quienes no la usan y menos en quienes sí. Quiero decir que de los distintos oficios asociados a escribir, sí vive bastante gente. De sus libros, en cambio, unos pocos, aunque también. Y de lo que seguro que no vive casi nadie es de la literatura. Tampoco está mal que así sea, si pensamos que el Quijote, el Gatopardo o Pedro Páramo fueron escritos por autores que no sentían la obligación de sacar regularmente una novela, muchas veces prescindible, de doscientas y pico páginas.

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  8. Laura, los oficios afines pueden parecer más lógicos, pero muchos no dejan suficiente tiempo cronológico ni mental para dedicarse a la escritura. En este sentido, parecen más acertados oficios como el de vigilante nocturno. A mí me gustó especialmente el caso del que hacía de modelo para pintores: según cuenta, tener que estar inmóvil durante cuarenta minutos le permitía escribir y reescribir en su cabeza.

    Urzay, muy bien visto lo de la etiqueta de escritor. Hay que desconfiar de esa gente que en su tarjeta de visita pone "escritor" como profesión (conozco algunos). Por regla general, no lo son.

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