John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

miércoles, 30 de noviembre de 2011

PERDIDOS Y ENCONTRADOS: LIBROS QUE REAPARECEN

La experiencia demuestra que rebuscar entre viejos legajos y manuscritos amarillentos no es una pérdida de tiempo, sino que incluso puede llevar a hallazgos insospechados. Casi coincidiendo con mi entrada anterior que también tocaba este tema, la web Flavorwire se ha descolgado con una serie de anécdotas sobre obras perdidas y encontradas. Para mi gusto, su criterio de selección es un tanto laxo, porque no es lo mismo la paciente búsqueda del investigador que sigue una pista que el heredero que va dosificando la publicación de originales inéditos o inacabados -véase el caso del hijo de Tolkien, que parece tener un fondo inagotable de este material-, o bien recupera alguna obra de juventud que el autor (a menudo con buen criterio) decidió en su momento no dar a la imprenta. En cualquier caso, muchas de estas historias de libros perdidos y encontrados tienen su enjundia. Vale la pena hacerse eco de algunas:
Irene Némirovsky, con su marido e hijas

Número uno en el ránking, simplemente porque se trata de una gran novela con una terrible historia detrás: Suite francesa de Irene Némirovsky. Durante los primeros tiempos de la Ocupación nazi, refugiada con sus hijas en un pueblecito francés, Irene Némirovsky se dedicó a escribir lo que esperaba sería una novela en cinco partes. Sólo llegó a completar dos de ellas antes de ser detenida y llevada a un campo de concentración, donde moriría. A sus hijas les dejó una maleta llena de papeles, una maleta que después de la guerra acabó en un desván. Sus hijas, creyendo que lo que había en ella eran los diarios de su madre, consideraron que leerlos les resultaría demasiado doloroso. Por fin, en 1998, su hija Denise decidió ordenar su contenido y descubrió que todas esas páginas escritas con una caligrafía diminuta y casi ilegible eran una novela. Durante muchos meses, se dedicó a transcribirlas y la obra por fin vio la luz en 2004. Por uno de esos juegos malvados de la vida, su otra hija, Elisabeth Gille, que era editora, murió en 1996 (tras escribir una biografía de su madre), de modo que nunca llegó a saber lo que contenía la maleta ni a leer esa novela póstuma de su madre.

Conan Doyle, en 1890
Otra historia, esta vez más graciosa: se trata de la primera novela de Arthur Conan Doyle, que escribió cuando tenía 23 años y que hace escasamente un mes vio por primera vez la luz, después de 130 años. Al parecer, Conan Doyle le envió al manuscrito a un editor, con tan mala suerte que éste se perdió en el correo. Entonces el autor decidió reescribirlo de memoria, aunque da la impresión de que esta le falló, porque el manuscrito recuperado ahora por la British Library, que lleva por título The Narrative of John Smith, termina en el capítulo sexto. En aquella época en que los novelistas escribían a mano, extraviar un original podía ser una verdadera tragedia.
A veces, el tiempo transcurrido entre la escritura y la publicación pone de relieve aspectos que en su tiempo hubieran pasado inadvertidos. Eso es lo que sucedió con la novela "perdida" de Julio Verne, París en el siglo XX. Rechazada por su editor -a la que le pareció descabellada- en 1863, Verne la encerró en una caja fuerte, donde la encontraría su nieto muchos años después. La versión francesa no se publicó hasta 1994. En esta novela, que transcurre en el París de 1960, Verne nos habla de un mundo puesto al servicio del dinero, donde la gente viviría preocupada por las cotizaciones de Bolsa, en donde la educación y la tecnología no estarían al servicio del conocimiento, sino de la acumulación financiera. No iba del todo desencaminado, ¿verdad? Verne también habla de un invento llamado «telégrafo fotográfico», el cual «permite enviar a cualquier parte el facsímil de cualquier escritura, autógrafo o dibujo, y firmar letras de cambio o contratos a diez mil kilómetros de distancia».  Su protagonista, Michel Jerôme, un joven que ama la lectura y las lenguas clásicas, es tachado de inútil, porque sus habilidades no valen nada en esa sociedad mecanizada. Realmente, no era tan descabellado...

8 comentarios:

  1. Me encanta que aún hoy en día sigan apareciendo manuscritos perdidos. Ojalá alguno de estos descubrimientos se refiriera a autores con una sóla obra, como Emily Brontë. ¡Qué miedo de Julio Verne!

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  2. Leyendo tu post, hecho un vistazo a un listado que corre por la Wikipedia sobre trabajos perdidos. Y veo que está mucho más completo desde la última vez que le eché un vistazo. El listado recoge manuscritos que se han perdido, y que si un día supongo que se encuentran al final me imagino que sin duda se acabarían publicando.
    De todas maneras retomo la idea de mi comentario anterior. Quizás si que hay ámbitos como la Wikipedia donde la construcción de artículos entre varias voces no está mal visto (o igual está mal visto por los académicos, y en cambio si que está admitido por los internautas).

    http://en.wikipedia.org/wiki/Lost_work

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  3. mejor echo echo echo co co co... ;)

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  4. Y a veces, como bien apuntas en el caso de Tolkien y su hijo, esos "reencuentros" no son más que empeño por encontrar más material publicable (y por tanto susceptible de generar dinero para los herederos), publicando aunque sea la lista de la compra del escritor o bien manuscritos que aquel no destruyó (por cualquier motivo, que hay varios) pero claramente no quería publicar. Claro que siempre viene un heredero que cree que "se lo debe a su público".

    En cualquier caso, historias como la del libro de Nemirovsky hace que uno a veces, no deje de creer en la fuerza del destino. Que historia más triste.

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  5. Me encantan las historias que explicas! La de Nemirowksy siempre tan triste.... A mi la que siempre me ha gustado es la de los diarios de Twain (muy al estilo de Anais Nin), no exactamente perdidos pero el mismo vetó su publicación hasta que al menos pasaran 100 años... por eso solo ahora se acaban de publicar.

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  6. ¿Sabes qué libro me encantaría que apareciera? JAQUE MATE, de CARMEN LAFORET ... (y SUITE FRANCESA me pareció estupendo!).

    xG

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  7. Pilar, no perdamos la esperanza, pero con la cantidad de Bronteófilos que hay, es díficil que se les haya pasado ni un papel.

    Vigo, no conocía esa lista de Wikipedia. Habrá que estar atentos, por si reaparece alguna de esas obras perdidas.

    Oscar, el asunto del derechos (o no) de un autor a difundir su obra es de lo más espinoso. Cuando lo mencionas, siempre sale alguien con el caso de Kafka, y de cómo si no llega a ser porque Max Brod desoyó sus deseos, no hubiera llegado a nosotros. Pero yo sigo pensando que el autor debería poder hacer valer su voluntad en estos asuntos.

    Nit,precisamente hace un tiempo hice una entrada sobre el diario de Twain. Te dejo el enlace: http://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2011/01/mark-twain-en-el-siglo-xxi.html

    xGaztelu, quizás por el desván de los hijos de Laforet ande ese manuscrito... Y me algegro de que te gustase Suite francesa, gran libro.

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  8. Totalmente de acuerdo contigo, Elena. Por mucho que me duela y me cueste decir lo que voy a decir (o escribir): la obra de Kafka no debería habernos llegado. Nadie puede imponer su voluntad al autor. O no debería. Bueno, quizá soy un poco extremista, pero en la base, es lo que pienso.
    Saludos.

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