John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

miércoles, 9 de octubre de 2013

BERENICE ABBOTT, ESCRITORES Y EDIFICIOS


André Malraux (1935), retratado por Gisèle Freund
La gran fotógrafa Gisèle Freund (ya hablamos de ella en estas páginas), a quien debemos algunos de los retratos de escritores e intelectuales más famosos del siglo XX, dijo en una ocasión: "Que alguien me explique porqué los escritores quieren ser retratados como si fuesen artistas de cine, y los artistas de cine, como si fuesen escritores". Vanidad humana, sin duda, pero una pregunta muy válida a la luz de los retratos que conservamos de algunos de ellos, y que por regla general son los que ellos o sus editores han preferido como "imagen de marca" (que dirían los expertos en marketing). Ni siquiera la propia Freund -que buscaba expresar en sus fotografías la esencia del personaje- estaba del todo libre de esa tendencia a presentar a los escritores bajo un aspecto lo más atractivo posible.
Otra fotógrafa de la misma época, Berenice Abbott, ejemplifica aún mejor este aspecto vanidoso de los escritores. De ella es, por ejemplo, el famoso retrato de Joyce a medio camino entre dandy y pirata.


O este Cocteau que podría fácilmente salir de una película sobre el Chicago de Al Capone.

Jean Cocteau, con una pistola, por Berenice Abbott

Berenice Abbott (1898-1991) es además un personaje sumamente interesante, que nos ha dejado una galería de inolvidables retratos del París de entreguerras. Ayudante de Man Ray, quien la inició en los secretos de la fotografía, Abbott se movería en el mundo de bohemios y expatriados de aquellos años. En esa época, según Sylvia Beach, ser retratado por Ray o por Abbott era prueba incontrovertible de que se era 'alguien'. Trabaría relación con Djuna Barnes, Solita Solano, Margaret Anderson o Janet Flanner, esas mujeres que habían encontrado fuera de su país la libertad de vivir como ellas deseaban. A todas ellas las retrató bajo su aspecto más seductor.

Solita Solano, por Berenice Abbott
Djuna Barnes, por Berenice Abbott
Aunque, más que por sus retratos, Abbott se haría famosa por sus espléndidos reportajes sobre la Nueva York de la década de 1930, recogidos en el famoso libro Changing New York, donde documentó la prodigiosa transformación urbanística de la ciudad (les recomiendo que le echen un vistazo a esta galería de imágenes).


A pesar de ello, no abandonó del todo el retrato, y de su etapa neoyorquina tenemos algunas fotos memorables, como ésta de Frank Lloyd Wright. Quizá me equivoco, pero en la composición de este retrato me parece ver algo claramente arquitectónico.


En la siguiente etapa de su vida, Abbott se volcó en la fotografía científica. Dicho así, suena árido y aburrido. Pero sólo hace falta ver alguna sus instantáneas para darse cuenta de que el talento tras la cámara permite convertirlo todo en arte:



 Al contrario que los escritores, ni los campos magnéticos ni las pompas de jabón tienen vanidad. Pero Abbott los retrata de modo que saca de ellos toda su belleza.

8 comentarios:

  1. ¡Qué buenas estas fotos, Elena! La de Solita Solano recuerda un poco el fascinante retrato de Sylvia von Harden, de Otto Dix. Debe ser justo de los mismos años.

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    1. Sí, esa postura y el peinado de Solita evocan a Dix y pensándolo bien, tiene asimismo algo de Tamara de Lempicka. De hecho, posiblemente ambas frecuentaban círculos muy parecidos.

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  2. Genial la foto de Frank Lloyd Wright.
    Curiosamente, esa vanidad de los escritores viene de mucho antes de que se inventara el cine. Que alguien me diga a quién quería parecerse Chateaubriand en su retrato más conocido.
    Hoy en día, y por sacar mi vena más antipatriótica, me da la impresión de que nuestros autores no quieren parecer estrellas de cine. Quieren serlo.

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    1. Totalmente de acuerdo, Niño vampiro. La vanidad de los escritores viene de lejos. Me juego algo a que, de haber vivido unos años más tarde, Byron se hubiese apuntado a estrella del cine mudo.

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  3. Otra cosa: yo he sido la primera sorprendida de la gran calidad de las fotos de Abbott, a la que conocía hasta ahora sólo por alguno de sus retratos más famosos (Joyce). Me parece incomprensible que no sea más conocida, y desde luego recomiendo vivamente a todos los interesados en el arte que busquen sus obras. Quizás tanto olvido se deba a que ella no parece haber sido una persona de trato fácil, ni tampoco muy dada a los fastos sociales. Pero tenía un talento enorme, eso está claro.

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  4. Me parece que aunque no se puede negar que hay mucho de narcisismo y egocentrismo vanidoso en buena parte de los escritores, también es cierto que los fotógrafos no quieren un retrato de carné. Me decía un editor que los fotógrafos siempre le piden que se ponga en posturas raras, o que muerda un libro o que se suba a una mesa... Y otro tanto les ocurre en realidad a los escritores, a los que todos hemos visto haciendo cosas rarísimas en las revistas. Por otro lado, seguramente como, los deportistas, los actores e incluso algunos políticos, los escritores también quieren ser estrellas del pop.
    ¡Gracias por el post, Elena!

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    1. Tienes razón en que los fotógrafos, seguramente por querer ser originales, parecen pedirles a los escritores que posen en las posturas más extrañas. Pero eso demuestra quizás que el fotógrafo no está tan seguro de su arte como para fiarlo todo a su visión y su cámara. Un ejemplo magistral de cómo lograr un retrato soberbio sin poner al personaje a dar volteretas o a disfrazarse de cualquier cosa lo tenemos aquí mismo en el retrato de Frank Lloyd Wright.

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  5. Fastuosas fotos. Y la frase sobre escritores y artistas, una gran verdad con excepciones.

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