Como ya anticipé en mi post anterior, mi visita a Bruselas fue breve, de modo que las impresiones han sido necesariamente fragmentarias. Por supuesto hubo que ver las atracciones turísticas de rigor (del muñequito ese del chorrito sólo diré que aquel día iba vestido de portugués; en mi ignorancia, tuve la impresión de que iba de tuno, que viene a ser bastante similar: por suerte Bruselas es además sede del Parlamento europeo y siempre hay alguien versado en asuntos comunitarios que te saca del error), entre ellas las famosas galerías cubiertas, las Galeries Royales, que presumen de ser (casi) las más antiguas de Europa y están llenas de comercios de postín -mucho chocolate-, restaurantes y cafés con solera y muchos, muchos turistas. No hubo tiempo de hacer un recorrido bibliómano de la ciudad como me hubiera gustado, pero en estas galerías pude admirar dos establecimientos notables. El primero, la añeja Librairie Saint-Hubert, un lujo de estanterías de roble y lámparas de época.
Según dicen, su surtido libresco también vale mucho la pena. Pero se me quitaron las ganas de husmear cuando un dependiente francamente brusco me reprendió por intentar hacer una foto. (La que ilustra esta líneas no es mía, como comprenderán.) El otro, casi enfrente, una tienda especializada en manuscritos. ¡Qué maravilla! Imposible no pensar en Stefan Zweig, que dedicó la mayor parte de su vida a coleccionar manuscritos de los autores y músicos que admiraba, para perderlos todos cuando tuvo que exiliarse.
 |
| ¿Que quiere una carta de Einstein? No hay problema... |
El paseo vespertino por un barrio encantador, el de Sainte-Catherine, permitió descubrir una bonita (aunque lamentablemente cerrada) librería de segunda mano. Al indiscutible atractivo de su escaparate se le unió, por obra y gracia de la luz de atardecer, el reflejo de la iglesia barroca que está delante.
Poco más a reseñar en el apartado libresco. Pero no quiero cerrar esta breve crónica bruselense sin destacar dos figuras que me llamaron la atención, por motivos diversos. La primera, una estatua dedicada al héroe de guerra probablemente más ignorado: la paloma mensajera.
La segunda, una estatua doble, situada en un bello jardín romántico: la del conde de Egmont y su amigo Horn, héroes de la independencia de Flandes, quienes, según reza la inscripción del pedestal, fueron decapitados a causa de una "sentencia inicua del duque de Alba". Cogidos del hombro, ambos parecen enfrentarse con serenidad a su destino.
Casi tengo la impresión de estar oyendo las notas iniciales de la pieza que Beethoven le dedicó:
Dirigida por Claudio Abbado. ¡Que la disfruten!
Hola, Elena: vengo dispuesta a leerme todo lo que me he perdido este verano, empezando por lo último, como debe ser.
ResponderEliminarTu jugoso viaje a Bruselas me ha recordado que el incalificable juicio y la muerte del conde Egmon y de su amigo sirvieron de inspiración también para "El Molino y la Cruz", una película alucinante sobre un Brueghel, "El camino del calvario". Brueghel el Viejo lo pintó justo el año en que el Rey Felipe organizó la represión más bestial, de la pallida manina de la Inquisición. El conde y su amigo no eran rebeldes, pero aún así los ajusticiaron.
El trailer, que merece la pena verse, así como toda la película, que es algo nunca visto, como un cuadro de Brueghel vivo, lo instalé en mi página, junto a algunos datos sobre cómo se hizo.
Estuve en Bruselas y no vi la estatua. Ni tampoco al manekken, que en Asterix en Bélgica aparece ideal, también en vivo, haciendo pis por doquier con ocasión o sin ella.
Bien, alla voy.
Bienvenida de vuelta, Blanca. Vi el tráiler de "El molino y la cruz" en tu blog, que me dio ganas de ver la película entera. Por cierto, que en Bruselas también vi estupendos Brueghel en su Musée des Beaux Arts. La estatua de Egmont y su compañero, que me encantó por su aire romántico, me hizo evocar asimismo (además de la obvia música de Beethoven), el famoso duo verdiano de Don Carlo, que siempre me conmueve.
EliminarLa película puede verse en la red sin problemas. Que suerte, los memling. Cuando estaba aún más loca que ahora, eché horas en documentar una taxonomía alar de los ángeles y demonios de Memling. Recuerdo las de cigüeña negra. Lo cierto es que la mayoría eran identificables.
EliminarHola, Elena:
ResponderEliminarComo verás no estoy difunto, a pesar de no aparecer por ningun sitio ultimamente. Pero os he echado mucho de menos y hoy tenía que sacar un rato para saludaros y ponerme al día de vuestras novedades...
Curiosamente hace tres semanas también yo he estado en Bruselas por primera vez en mi vida. Y reconociendo las tremendas diferencias con otras capitales europeas y no europeas, la verdad es que a mi me ha resultado una ciudad bastante agradable. Además me escapé (que típico, que típico) a Brujas y Gante, donde tenía promesa (tras leer el libro de "Monument Men" que comenté tiempo atrás) de ver por fin la Madonna de Brujas de Miguel Angel y el "Cordero Místico" de Van Eyck en Gante. Dos placeres inmensos por ciertos. Las ciudades y los monumentos.
Y la cerveza y cervecerías, porqué no decirlo. Y el chocolate. Y la Grande Place me dejó absolutamente anonadado. Cada esquina de ella era más bonita. El Manneken Pis pues, bufff.... Curiosamente cuando lo vi (al Manneken) estaban los bomberos de Bruselas haciéndose fotos para un calendario sexy sin camiseta, lo cual atrajo la atención y las cámaras de los turistas mucho más que el niño meón.
ME han encantado las esquinas de la ciudad en que los edificios estaban decorados con inmensas escenas de cómic y por fin he estado en la ciudad de Hergé/Tintin...
Curiosamente no he estado en una sola librería (no se si será la primera vez en mi vida que pongo pie en una ciudad y no las busco. Quiza es que esta vez iba yo en otra onda diferente...
Bueno, me alegro de reaparecer de entre los muertos, de saludarte y nos seguimos viendo por aquí, como siempre.
Un abrazo.
Se te echaba de menos por esta esfera bloguera, Óscar. ¡Y qué coincidencia que hayamos estado casi al mismo tiempo por aquellos flamencos lares! Yo también visité Brujas (inevitable y por supuesto muy placentero, disfruté como una loca con los Memling), y me quedé con ganas de pararme en Gante. No hubo tiempo, pero quizás más adelante...
Eliminar