Llegamos con esta entrega -que aparece aquí con cierto retraso por motivos que más adelante se explican- al final de esta segunda serie de "Mi biblioteca". Espero que este nuevo recorrido por bibliotecas ajenas haya satisfecho la curiosidad malsana de los lectores bibliómanos que por aquí pasan. Gracias a todos los blogueros y comentaristas por su generosa participación.
¡Qué alegría me dio Elena el día que me propuso
compartir mi biblioteca en su maravilloso blog!
¿Qué puede alegrar más a un lector que
compartir el vicio con otros tantos sospechosos de su calaña?
Lástima que la oferta llegase en un momento
especialmente cruel para “la habitación de los libros” (es que siempre me ha
dado cosica llamarla “biblioteca” porque también está el ordenador, la bici
estática y las guitarras y amplificadores de mi Santo...y no será una
Biblioteca hasta que sea un cuarto exclusivo. Llamadme snob...). Justo acabamos
la remodelación de la cocina que, como la hemos hecho con estas manitas, se ha
transformado en una obra faraónica que ha dejado mi universo doméstico patas
arriba y lleno, llenísimo, de polvo.
El caos... |
Como comprenderéis, no podía presentaros a mis
niños con semejante aspecto... pero no he podido evitar retratar el caos y,
luego, el orden. Bueno, orden relativo, porque es muy mío. A un ladrón de
libros lo despistaría, pero para mí está claro como el agua y lógico como
Spock.
...y el orden. |
De arriba a abajo y de izquierda a derecha, los
libros se despliegan desde el cine y la música a los libros de arte y los
estudios de género, pasando por las escritoras y sus biografías, para enlazar
las victorianas con los victorianos, continuar por el misterio decimonónico y
el terror, el policiaco y el resto. En “el resto” encontramos todos aquellos
libros que no encajan en ninguna de las categorías anteriores. Los cómics están
colocados donde corresponden a su temática (From Hell está con los libros sobre Jack el Destripador, por
ejemplo) y, además, hay algunas carpetas y objetos relacionados en cada sector.
Un poco así, pero a mí me funciona.
Pero esta habitación no es el único rincón de
la casa en la que se desparraman los libros: el salón y el baño acostumbran a
acoger revistas y libros sin orden ni concierto, sólo porque pasaban por allí.
Los libros prestados o pendientes de devolución
sí tienen un lugar adjudicado en un mueble del salón para no despistarme pero,
curiosamente, en mi mesita de noche no hay ningún libro porque tengo la
costumbre de arrastrar conmigo lo que esté leyendo en ese momento, al metro, a
los restaurantes o a la cama.
Tampoco tengo un rincón para los libros
pendientes de leer. Lo tuve, pero empezó a estresarme cuando se volvió
amenazante como un Gremlin en una piscina, así que opté por insertarlos en el
que sería su lugar de reposo pero poniéndoles un post it en el lomo. Conforme
aumentaban los post-it me fui volviendo loca y me parecía que cada libro no
leído me sacaba la lengua con desprecio. Fuera post it. Ahora, si no recuerdo
que tengo tal libro por leer es que no es el momento de leerlo. Como
comprenderéis, a veces me llevo sorpresas muy agradables al redescubrir alguna
de estas lecturas pospuestas entre las estanterías.
Las estanterías de Narnia |
Lo que me lleva al tema estantería. Yo creo que
la madera de mis estanterías viene de Narnia o algo así porque, por más libros
que saco, siempre quedan justos. Precisamente, aprovechando la limpieza a fondo
que ha conllevado la obra, me he deshecho -con gran dolor de mi corazón, pero
es que ya me decidí a no poner ni una sola estantería más- de un buen número de
libros, llevándolos a librerías de 2ª mano y otras donaciones igualmente
humanitarias (¿Vosotros podéis dejar un libro en la basura? A mí se me enrampa
la mano y echo espumarajos por la boca... ¡es imposible!). Juro que han salido
más de los que han entrado y aún así he tenido que estrujar toda mi capacidad
de jugar al Tetris para que cupiesen todos... los libros no se crean ni se
destruyen, simplemente se modifican. Eso, o vivo en plena biblioteca del
Triángulo de las Bermudas.
¡Mira! ¡Una biblioteca conocida! ¡Al fin! Será caótica pero me encanta... Y Mäelstrom, ya sabes que si te toca deshacerte de más libros, déjame echar un vistazo antes...
ResponderEliminarAsí lo haré...;D
EliminarEse "dió" de la primera frase rechina.
ResponderEliminar¡Corregido, gracias!
EliminarCulpa mía!!
EliminarComparto el problema de Samedimanche con el espacio relativo que ocupan los libros en un estante. Quitas X libros y el estante sigue atestado. Pero lo mismo sucede al revés. Es decir, hay un estante atestado y, sin embargo, aún puedes poner X libros más, aunque no haya espacio. ¿Cómo es posible? La respuesta tiene que ver con la presión y los agujeros negros.
ResponderEliminarUn agujero negro se forma cuando la fuerza gravitatoria de una estrella (presión) hace que ésta se encoja hasta ocupar un espacio mucho menor que su volumen. Pues bien, al meter en un estante más libros de los que físicamente caben, se genera una intensa presión que provoca la aparición de micro agujeros negros. Y los libros sobrantes se esfuman a través de esos pequeños y coquetos agujeros negros. ¿Adónde van? Hay dos posibilidades:
1. Al hiperespacio, una dimensión paralela a la que no podemos acceder. Eso explica por qué hay libros que desaparecen misteriosamente; tú sabes que deberían estar en esa balda, pero no. Porque están en el hiperespacio.
2. Los libros viajan a través del micro agujero negro por un agujero de gusano y aparecen en algún lugar aleatorio del universo. Eso explica por qué, de repente, libros perdidos aparecen en los sitios más extraños.
En resumen: lo de los libros y el espacio que ocupan no es una cuestión euclidiana, sino quántica.
Uala, siiiiiiiii!!!! Por ahí tengo un rincón de universo con libros y calcetines desparejados! Ahora si lo entiendo todo...Gracias, César!
EliminarLa teoría cuántica aplicada a los libros de César me parece de lo más sensato. Es más, si uno lo piensa bien, no puede haber otra explicación a tantas y tan misteriosas apariciones y desapariciones.
EliminarEs evidente que los calcetines desparejados comparten ese universo, aunque en su caso con la particularidad de que nunca reaparecen (hace años que acreciento mi colección de calcetines únicos y nunca, pero nunca, se ha dado del caso de que aparezca la pareja de ninguno de ellos). Añadiría a esta lista cuántica los bolígrafos, que también mudan de lugar de modo misterioso: mis preferidos desaparecen sin dejar rastro, para ser sustituidos, inexplicablemente, por unas birrias de plástico...
Menuda "biblioteca". Seguro que algún día puedes tener un hueco más reservado para éstas joyas y menos ajetreado con cosas.
ResponderEliminarMucha envidia sana poder tener ese espacio tan estupendo, me encanta.
Te invito a mi blog a una entrada que tal vez me guste: http://rohenestadopuro.blogspot.com.es/2014/06/mis-lecturas-para-verano-2014.html