John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 29 de junio de 2015

HOTELES LITERARIOS



El verano invita a hacer la maleta y tomar el portante. Cambiar de aires y de rutina. Sustituir las estancias familiares -ya muy vistas- por una habitación de hotel. ¡Hay que ver lo sugerentes y novelescos que resultan los hoteles! Durante unos días, se comparte una cierta intimidad con perfectos desconocidos, ellos también de paso. Te topas con ellos en el ascensor, en el desayuno -estos seguro que salieron de fiesta ayer, mira qué mala cara traen-, en el mostrador de recepción, intercambias algún saludo, haces cábalas sobre las relaciones que los unen y sobre su procedencia. No sabéis nada unos de otros, pero estáis condenados a veros a menudo. La situación perfecta para imaginar complicadas historias, o quién sabe si para vivirlas...

Es lógico que los hoteles se hayan convertido en el escenario preferido de tantas tramas literarias. Lo primero que viene a mi mente es la imagen del lujoso y decadente hotel del Lido, donde el pobre Von Aschenbach era incapaz de sacarle los ojos de encima al bellísimo Tadzio. Thomas Mann -que imagino frecuentaría estos establecimientos- supo hacer buen uso de ellos (La montaña mágica, de hecho, es una variante, en la que el hotel se ha convertido en un sanatorio de montaña). 




Un ambiente parecido -aunque menos lujoso-encontramos en los cuentos que componen el volumen de Katherine Mansfield En un balneario alemán. Además de diseccionar con un ojo agudísimo los tipos humanos que pueblan esa modesta pensión -los posibles de la Mansfield no estaban a la altura de los del patricio Mann-, la autora aprovecha estos relatos de claro trasfondo autobiogràfico para reírse un rato de los alemanes. Y eso, justo antes de la Gran Guerra...



De estos encuentros fortuitos, con desconocidos que quizás no volvamos a ver, nacen a veces insólitas confidencias. Como la historia que le cuenta en una pensión de la Riviera una señora entrada en años al narrador de Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig. Por supuesto, los hoteles no dan pie sólo a relaciones más o menos turbias entre sus huéspedes, sino a veces a asuntos más truculentos. De esto sabía mucho la gran dama del crimen británica, Agatha Christie. Aparte de poblar casas solariegas y tranquilos pueblecitos ingleses, sus asesinos actúan también en hoteles, ya sea locales -como en En el hotel Bertram- o extranjeros -como en Misterio en el Caribe-. 
Arnold Bennett, por su parte, llevó su afición por la vida de hotel hasta dedicarles no una, sino dos novelas -El Gran Hotel Babilonia e Imperial Hotel-, ambas inspiradas en un hotel real, el Savoy de Londres, del que Bennett era asiduo. Porque -pensaría el bueno de Arnold- pudiéndose alojar en un hotel tan excelente como el Savoy, ¿quién querría salir de él? (Por cierto, si alguien desea saber más sobre este autor tan injustamente relegado y sus obras, varios blogueros nos ocupamos de él aquí.)
No todos los hoteles, sin embargo, son tan cómodos como el Savoy. Sin duda algo de esto debió de padecer E. M. Forster, que arranca su inolvidable Una habitación con vistas con las quejas de unas turistas ingleses acerca de las habitaciones de la Pension Bertolini en Florencia.

Pero me doy cuenta de que nos estamos adentrando en pleno territorio nostálgico. Ninguno de estos hoteles, ni el lujoso Savoy, ni las sencillas pensiones alemanas, tiene mucho que ver con la asepsia y funcionalidad de las cadenas hoteleras de hoy en día. A la hora de decidir un destino, tal vez sea preferible guardar la maleta, cerrar la página de Tripadvisor, y encaminarse a la librería, donde los hoteles que se nos ofrecen son infinitamente más interesantes.

(Soy consciente de que en esta relación de hoteles literarios faltan muchos que merecerían aparecer aquí. Quien lo desee, encontrará más sugerencias en el blog de Bibliomanías y otros desvaríos, a quien agradezco la idea para confeccionar este post. ¡E invito a mis lectores a aportar también sus "hoteles literarios"!)


12 comentarios:

  1. Ya le puse a Zazou unos cuantos que se me habían ocurrido también. Gracias por los que has añadido. Los he leído todos, menos a Bennet. Tienes razón, hay que subsanar ese fallo, lo anoto.
    Besos.

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    1. Vi tus sugerencias en el blog de Zazou. Es un tema muy fecundo, como ves. Los de Bennett te los recomiendo, pasarás un buen rato.

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  2. "Muerte en Venecia", es verdad... Si es que van saliendo más y más a medida que vamos pensando. A Arnold Bennett no lo he leído, todavía, pero está en mi lista de intereses desde que lo descubrí.

    Me ha encantado la entrada. Casi podríamos sacar una colección de libros "hoteleros" a lo largo de todo un verano, visto lo visto. Yo he recordado alguno más... y mi atroz memoria me la ha vuelto a jugar. Pero me acordaré, ya verás.

    Besos.

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  3. Qué ganas de irme de vacaciones al leer el post :) En cuanto a hoteles, ahora mismo sólo recuerdo la posada de Orgullo y prejuicio en la que se aloja Elizabeth con sus tíos.

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  4. Te tomo la invitación y recuerdo (así, a vuela pluma) un hotel de Montevideo donde transcurría un relato de Cortázar, el Cervantes, que no conozco, aunque sí la ciudad, muy literaria. Sin embargo, al pensar en hoteles literarios el primero que se me viene a la cabeza es uno de Oporto, el Grande Hotel de París, que no sé si ha sido protagonista de novela o relato alguno pero sin duda lo merecería, con su ambiente genuinamente decimonónico, sus maravillosas escaleras, sus habitaciones algo desvencijadas donde al abrir la ventana está ahí la torre de los Clérigos, todo ello tan "Una habitación con vistas" que citabas. Qué entrada, Elena. ¡Necesito unas vacaciones ya!

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    1. Al leer Oporto en el comentario de Urzay, recordé la pensión en la que se hospedaba el protagonista de La cabeza perdida de Damásceno Monteiro, de Antonio Tabucchi. Parece que no soy de grandes hoteles ni en mis lecturas :)

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  5. En general, prefiero sus ensayos, pero El balneario es de la mejor ficción escrita por Carmen Martín Gaite.

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    1. Los ensayos de Martín Gaite son, posiblemente, lo mejor de su obra, pero también me gustan mucho sus novelas. El balneario, por supuesto, entraría en esta selección de hoteles literarios.

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  6. Me ha encantado el recordatorio a Katherine Mansfield, una fabulosa escritora de lo cotidiano. El relato que mencionas está incluido en los Cuentos completos que publicó Alba Editorial y se lo recomendaría a cualquiera.
    Añado uno de mis hoteles literarios favoritos, Hotel Savoy, una de las primeras novelas de Joseph Roth. Hay edición en Cátedra, col. Letras Universales.
    El hotel como microcosmos de esa sociedad de la Europa oriental posterior a la PGM. Porque los personajes no pululan por el Savoy de Londres sino su pariente pobre y pretencioso en una ciudad del este de Europa que es, sin nombrarla, Lodz.
    Cortito, y ameno, al final te deja, sin embargo esa desazón que yo llamo "expresionista", como de cuadro de Otto Dix o viñeta de Grosz.

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    1. La aportación de la novela de Roth es muy buena, muchas gracias.
      En efecto, el conjunto de relatos que forman "En un balneario alemán" (también hay ediciones
      que llevan el título de "En una pensión alemana") está incluido en los Cuentos completos de Alba, pero esta misma editorial los ha publicado también como volumen suelto. Muy recomendables ambas cosas, porque los cuentos de Mansfield son magníficos.

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  7. Valen hoteles cinematográficos? Yo recuerdo haber estado en el hotel Asturias en 1978 de Gijón y, años después, recrear las sensaciones de entonces viéndolo en la película "Volver a empezar" de José Luis Garci. Saludos.

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    1. Supongo que también valen... :) En cualquier caso, tienen un poder evocador muy similar.

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