Vivimos momentos de incertidumbre y zozobra. Un microorganismo ha obligado a algunos gobiernos a tomar decisiones inéditas, como confinar en sus casas a millones de personas, prohibir los viajes o cerrar escuelas. Por más que se hagan sensatos llamamientos a la calma, la gente, como colectivo, entra en pánico. Acuden en masa a los supermercados y llenan sus carros de kilos de pasta, legumbres, latas, galletas, agua y papel higiénico (que probablemente les durará para el resto del año), como si se enfrentasen al Apocalipsis. Aunque, caso de ser realmente así, resultarían aniquilados antes de haber podido dar cuenta de todas esas provisiones. Pero no importa: ya se sabe que el miedo es irracional.
El virus, sin duda, es malo y es innegable que ha causado y causará aún muchas muertes. Hay que procurar protegerse frente a él y evitar en la medida de lo posible el contagio. Sin embargo, la situación tiene también su lado bueno. ¿Que nos vemos obligados a permanecer encerrados en casa? Quizás suponga algunos inconvenientes, pero en principio parece el sueño de todo lector. ¡Estar de baja y con todo el tiempo del mundo para leer, leer y leer! Lo que me extraña es no ver colas en todas las librerías. Porque lo que realmente debería darnos miedo es la perspectiva de estar confinados sin nada que leer.
El virus, sin duda, es malo y es innegable que ha causado y causará aún muchas muertes. Hay que procurar protegerse frente a él y evitar en la medida de lo posible el contagio. Sin embargo, la situación tiene también su lado bueno. ¿Que nos vemos obligados a permanecer encerrados en casa? Quizás suponga algunos inconvenientes, pero en principio parece el sueño de todo lector. ¡Estar de baja y con todo el tiempo del mundo para leer, leer y leer! Lo que me extraña es no ver colas en todas las librerías. Porque lo que realmente debería darnos miedo es la perspectiva de estar confinados sin nada que leer.
Seguro que podemos aprovechar para devorar aquel tocho de mil páginas que siempre dejábamos "para las vacaciones". O releer alguno de esos clásicos de largo aliento que no se agotan con la primera lectura. Hay donde elegir, de El Quijote a Proust, pasando por Moby Dick.
A la hora de seleccionar lecturas para el confinamiento, se diría que hay tendencia a buscar obras en que los personajes pasen por situaciones similares a la actual. Parece que en Francia se han disparado las ventas de La peste, de Albert Camus. Y en Italia hay gente que se reúne -¿pero no era que había que mantener las distancias?- para leer en voz alta el Decamerón, como si fuesen florentinos huyendo de la peste. Supongo que, ante la incertidumbre, resulta reconfortante saber de otros que se enfrentaron (y sobrevivieron) a pandemias mucho más graves y mortíferas que la actual. Bien, pues si quieren leer sobre plagas, epidemias y otros azotes de la humanidad, ahí van algunas recomendaciones:
-Connie Willis, El libro del día del juicio final. Un viaje a los tiempos de la peste negra. (Eso sí fue una pandemia) Entretenidísimo, pero también escalofriante. En comparación, les hará sentirse bien, seguro.
-Barbara Tuchman, Un espejo lejano. El calamitoso siglo XIV, viene a ser la versión ensayística, aunque igualmente entretenida- del anterior. Y nos muestra cómo, de aquel desastre, emergió el mundo moderno.
-Richard Matheson, Soy leyenda. Si tanto realismo te da un poco de repelús, nada mejor que recurrir a la ficción especulativa. ¿Y si fueses el último superviviente de una guerra bacteriológica?
-Daniel Defoe, Diario del año de la peste. A pesar de su título, este no es un auténtico diario, pues en 1655, cuando una epidemia de peste asoló Londres, Defoe era un niño. Pero recrea con acierto las memorias de un superviviente de la catástrofe.
-Richard Preston, Zona caliente. En forma de thriller, Preston nos lleva a una epidemia que nos rozó mucho más de cerca: el ébola. ¡Y esa sí que daba miedo de verdad!
-José Saramago, Ensayo sobre la ceguera. Para los más literarios, aquí no hay virus, pero sí una misteriosa enfermedad, con ingredientes metafóricos.
-Laura Spinney, El jinete pálido. Dejo para el final el libro que seguramente nos toca más de cerca, pues trata de la epidemia de gripe de 1918, un virus pariente cercano del que nos afecta ahora, y sigue su rastro mortífero a través de todo el mundo.
-Barbara Tuchman, Un espejo lejano. El calamitoso siglo XIV, viene a ser la versión ensayística, aunque igualmente entretenida- del anterior. Y nos muestra cómo, de aquel desastre, emergió el mundo moderno.
-Richard Matheson, Soy leyenda. Si tanto realismo te da un poco de repelús, nada mejor que recurrir a la ficción especulativa. ¿Y si fueses el último superviviente de una guerra bacteriológica?
-Daniel Defoe, Diario del año de la peste. A pesar de su título, este no es un auténtico diario, pues en 1655, cuando una epidemia de peste asoló Londres, Defoe era un niño. Pero recrea con acierto las memorias de un superviviente de la catástrofe.
-Richard Preston, Zona caliente. En forma de thriller, Preston nos lleva a una epidemia que nos rozó mucho más de cerca: el ébola. ¡Y esa sí que daba miedo de verdad!
-José Saramago, Ensayo sobre la ceguera. Para los más literarios, aquí no hay virus, pero sí una misteriosa enfermedad, con ingredientes metafóricos.
-Laura Spinney, El jinete pálido. Dejo para el final el libro que seguramente nos toca más de cerca, pues trata de la epidemia de gripe de 1918, un virus pariente cercano del que nos afecta ahora, y sigue su rastro mortífero a través de todo el mundo.
¡Cuídense mucho y lean!
Por suerte tengo libros suficientes en casa con los que pasar el encierro sin aburrirme 😊
ResponderEliminarBesos.
En momentos así es cuando se agradece disponer en casa de una surtida biblioteca :)
Eliminar¡Gracias!
ResponderEliminarYo también tengo libros para aburrir en casa pero qué falta nos van a hacer y no por el encierro sino por huir de la locura en las calles y de la irresponsabilidad.
ResponderEliminarContra la zozobra, lectura.
Sí, lo peor es mantener a raya la histeria colectiva. ¡Va a hacer falta leer mucho!
EliminarELENA... yo añadiría un libro q no me quito de la cabeza desde q lo leí: "The road" de Cormac McCarthy, referido a la situación de colapso hospitalario q anuncian si esto llega de golpe. ese libro sí q no es para pusilánimes... yo lo leí hace años, y el concepto "the road" está en mi vida. No es por histerismo, pero la gente tiene q entender q si no hacen su parte, esto se dispara. He leído q su vector de contagio es entre 1,5 y 2,5, es decir, 3 veces superior a la gripe. Lo cual implica que su propagación es geométrica: 1-2-4-8-16-32-64-128-256.
ResponderEliminarabrazos
di
muxus
di
Por supuesto, para mí también "The Road" es uno de esos libros que no se olvidan No lo había incluido en esta lista porque, aunque el origen del desastre es una epidemia, la novela pone el foco sobre todo en el escenario postapocalíptico que le sigue.
EliminarLa verdad, todo resulta bastante inquietante.
¡A cuidarse!
EN un grupo de mis compas de facultad cuentan cosas q me hacen sentir en The Road si el sistema colapsa. Y saben de lo q hablan, son el gremio! Si la gente se pega por papel higiénico, qué no harán por un respirador?
Eliminarmuxus
di
Pues en UK la cosa se va a poner fea, vista la actitud de Boris Johnson: no podemos hacer nada, morirán unos cuantos miles, pero hay que aceptarlo. Alucino...
EliminarLectura y campo, que aún no nos lo han prohibido y está todo precioso, brotando y creciendo y cuajando.... De B. Tuchman he leído La Torre del orgullo, y si este que recomiendas es la mitad de bueno, lo leeré. Gracias!
ResponderEliminar"Un espejo lejano es buenísimo", seguro que te gustará. Lo de ir al campo, tal como se está poniendo la cosa, lo veo difícil. Esperemos tiempos mejores.
EliminarSí. Retiro la propuesta. Ni en el campo es posible el aislamiento, salvo en contadísimos lugares, así que ha sido una irresponsabilidad por mi parte la mera sugerencia. Lo siento. Habrá de contentarse con leer... y quizá beber. Gracias por las recomendaciones!
EliminarAnoto "La peste escarlata", de Jack London. Salud más que nunca.
ResponderEliminarMuchas gracias por la sugerencia, Fackel. Jack London es un valor seguro. ¡Todos en casa y leyendo!
EliminarEn plan bestsellero, sugiero "La amenaza de Andrómeda", de Michael Crichton (que era médico). Trata sobre la pandemia de un nuevo patógeno llamado Andrómeda. Se centra en los esfuerzos de un grupo de científicos para combatir la epidemia y resulta divertido y angustioso a partes iguales. Y ya puestos, "The stand", de Stephen King, donde la pandemia la provoca una supergripe llamada El Capitán Trotamundos.
ResponderEliminarBuenas sugerencias, César. El de Crichton lo he leído, pero no conocía el de Stephen King. ¡Una supergripe, como la de ahora...!
EliminarSolo he leído el "Ensayo sobre la ceguera", un libro que me dejó impactada. Aunque no sé si es el mejor momento para releerlo; aún no he decidido si estos días quiero leer sobre el tema o centrarme en asuntos más felices...
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Rosa. Es verdad que en estos días tan extraños uno no sabe si es mejor leer sobre lo que está pasando o evadirse por completo. Yo también oscilo entre los dos extremos.
EliminarHola, Elena:
ResponderEliminarSi en la entrada anterior te daba la razón diciendo que la lectura es un bálsamo que cura, se me acabó el bote. Ha sido empezar con el confinamiento y apenas leer. No logro concentrarme, así que he elegido lecturas ligeras, nada relacionado con espidemias, aunque sean vampíricas como la de Matheson, incluso libros infantiles y juveniles. Aun así, cuando abrieron las librerías me acerqué a encargar dos lecturas, las dos que iba a comprar la última semana antes del estado de alarma. Una de ellas, recomendación tuya hace unos meses (Testamento de juventud) todavía no ha llegado.
Seguiré poniéndome al día con tus entradas.
Un abrazo.
Sí, no ha sido fácil concentrarse en esos días tan inciertos. Pero las lecturas ligeras tampoco son nada malo (y yo soy muy fan de los buenos libros juveniles: ¿conoces los clásicos de E. Nesbit?). Esperemos que a partir de ahora, con el retorno a una cierta normalidad, podamos retomar también lecturas de otro tipo.
EliminarNo, no los conozco, pero me lo apunto. La verdad, disfruto muchísimo la literatura infantil y juvenil, sobre todo entre lecturas densas. No se me saltan los colores al decir que ahora mismo La abeja Maya es la que me proporciona una pequeñita porción de bálsamo. Lo que me hace saltar los colores es mi propia incapacidad para acercarme más a los libros, pero también es algo que voy asumiendo y que sé que pasará.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado lo de las lecturas de El decamerón.
ResponderEliminarAlberto Mrteh (El zoco del escriba)
Lo de reunirse para leer en voz alta El Decamerón es atractivo. Solo espero que ninguno de los participantes fuese portador del virus, porque en ese caso... ¡ay!
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