John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

domingo, 22 de noviembre de 2020

LECTURAS RECONFORTANTES

Lewis Carroll

Igual que la comida alimenta el cuerpo, la lectura alimenta el espíritu. ¿Se puede vivir sin leer? Claro, delante de nuestras narices tenemos cada día numerosos ejemplos (bastante tristes, la mayoría). Pero, ¿es eso recomendable? Lo pongo en duda. Lewis Carroll, en un divertido artículo titulado "Alimentar el intelecto" -reunido, junto con otros de autores como Edith Wharton, William Gladstone o Virginia Woolf en el libro Del vicio de los libros- aboga decididamente por la necesidad de alimentar la mente lo mismo que se alimenta el cuerpo. 

Desayuno, cena, té; en casos extremos, desayuno, almuerzo, té, cena y luego, a la hora de irse a la cama, un vaso de algo caliente. ¡Cómo nos cuidamos de alimentar nuestro afortunado cuerpo! Aunque, ¿quién de nosotros hace lo mismo por su mente? Y ¿por qué esa diferencia? Entre cuerpo y mente, ¿es el primero el más importante? De ninguna manera, pero la vida depende de que el cuerpo se alimente, mientras que incluso cuando la mente está completamente famélica y descuidada nos es dado seguir existiendo como animales (aunque a duras penas como hombres). 

Como afirma el insigne matemático y literato inglés, valdría la pena buscar en las reglas que empleamos para alimentar nuestro cuerpo las equivalencias para aprender a cuidar de nuestro intelecto. Saber, en suma, que el buen o mal estado de nuestro espíritu depende en buena medida de qué alimento intelectual le proporcionemos. Qué, cuánto y cómo leer en cada momento es un aprendizaje sumamente necesario. La lectura tiene el poder de entretener, informar, educar, y también el de levantar los ánimos y de reconfortar en momentos de tribulación.


Creo que pocas veces como ahora se habrá manifestado con tanta claridad la necesidad de la literatura como elemento sanador. Después de un largo y duro encierro, seguido de un verano a medio gas, cortado abruptamente por el alarmante aumento de casos de COVID19 y las subsiguientes medidas de protección, se nos presenta un invierno muy poco prometedor. En el mejor de los casos, tenemos para varios meses de escaladas y desescaladas, siempre con el ay en el cuerpo de que las cosas no vayan aún a peor. Es en circunstancias así cuando precisamos echar mano de todos nuestros recursos para mantener la moral, el humor y la esperanza. Necesitamos recurrir al equivalente moral del reparador caldo de la abuela, ese con el que sueñas cuando tienes mal cuerpo y  te duele todo. Unas cucharadas de esa sopita y ya parece que te encuentras mejor. Los ingleses tiene un término muy adecuado para este tipo de comidas, que  reconstituyen no solo el cuerpo, sino también el espíritu: comfort food. Deberíamos importar el concepto a nuestro idioma. 


Igual, pues, que hay platos reconfortantes, existen lecturas reconfortantes. Se trata, esencialmente, de esas novelas amables, simpáticas, que acaban bien. Pueden tener tal vez un toque de humor, pero no del que hace reír a carcajadas: cuando uno necesita ser reconfortado, hay que evitar los sabores fuertes, lo picante y lo demasiado especiado. Tampoco debería haber demasiada tensión, suspense extremo ni, por supuesto, terror. Novelas que te trasladen a un mundo menos desgarrado, menos duro y cruel que el que asoma cada vez que miras las noticias. No se trata de ignorar la realidad, sino de poner un poco de bálsamo, ni que sea durante unas horas, sobre la herida. 

Instintivamente, igual que cuando tienes unas décimas de fiebre buscas el caldo, el zumito o el yogur con galletas y no el bocadillo de chorizo picante ni el chuletón a la brasa, estos días me invade una inmensa desgana por buena parte de los libros que llenan mi estantería de lecturas pendientes. Todos ellos, no me cabe duda, excelentes, pero poco adecuados para el momento presente. Probablemente, cada cual tendrá su propia receta: en mi caso -y puesto que ya leí lo que sin duda es una lectura reconfortante de primer orden, las Crónicas de los Cazalet (una saga familiar que recomiendo sin reservas)- me he adentrado en otro mundo de ficción igualmente amable, inteligente y divertido, el de Angela Thirkell. Esta escritora, perteneciente a una familia con numerosas conexiones culturales (su abuelo era el pintor Edward Burne-Jones, y Rudyard Kipling, que solía contarle historias cuando era pequeña, primo de su madre), publicó la mayor parte de sus novelas -que a menudo sitúa en el ficticio condado de Barsetshire imaginado por Trollope-  durante los años treinta y cuarenta. En ellas, asistimos a las interacciones sociales y amorosas de un vasto grupo de personajes de clase acomodada, con el consabido porcentaje de vicarios, lores excéntricos y muchachas enamoradizas. Thirkell escribía por necesidad económica y consideraba que sus obras eran meros divertimentos, indignas de ser leídas por su culto círculo de amistades. Sin embargo, su amplia cultura literaria se transparenta constantemente a través de las numerosas citas de autores como Shakespeare, Dickens o Tennyson y su humor inteligente permea un retrato de costumbres que, leído con varias décadas de distancia, se aprecia aún más. Dieta blanda, tal vez, pero para nada insípida. No duden en recurrir a ella si precisan confort espiritual.

Angela Thirkell

[Por ahora, que yo sepa, sólo existe versión castellana de una de sus novela, Fresas silvestres. En la página de la Angela Thirkell Society (es de esas autoras que crea adicción) se puede encontrar una relación completa de su producción literaria.] 

18 comentarios:

  1. Apuntado. Yo te recomiendo Nosotros en la noche de Kent Haruf, una novelita breve con una breve historia muy reconfortante.

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  2. Muchas gracias por la sugerencia. Buscaré ese Fresas silvestres. Es verdad que a veces, como ahora, no estamos para lecturas sesudas y pesadas, sino para esas confortables y reconfortantes. ¿Puedes sugerirnos alguna más? Yo ando ahora con novelas policiacas que una vez leídas caen en el olvido (no todas, ya diferencio las bien escritas de las malas) Y hace años me dio por releer a Gerald Durrell, la trilogía de Corfú y algunos relatos cortos, me divertían sin más, pero ahora no me apetecen ya...A ver si me iluminas...
    Un saludo

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    1. Si no has leído aún las Crónicas dE los Cazalet, son magníficas para remontar el ánimo, Marisa. También puedo recomendarte las novelas de Barbara Pym, muy en la línea de Angela Thirkell. A mí me pasa lo mismo que a ti con las novelas policiacas: tienen tendencia a borrárseme de la memoria. Excepto algunas, claro.

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    2. Gracias por la sugerencia. Ya empecé con la saga de los Cazalet, el primero, Los años ligeros. Me está encantando.
      Un saludo.

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    3. ¡Seguro que lo vas a pasar muy bien con esta saga!

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    4. ¡ Bueeeeno! Pues ya me leí todos los libros de los Cazalet...Ay, qué pena acabar una lectura que te ha gustado tanto...Me he descubierto en la cocina pensando qué diría la Duquesita de esta comida o qué nueva razón le pondrá Ráchel a Sid para no estar con ella todo el tiempo...
      Muchísimas gracias por esta recomendación. Me voy con Fresas salvajes, a ver si me engancho también.
      Salud y que tengas un inicio de año muy bueno para olvidar el presente, que ya nos vale...

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    5. Uy, Fresas silvestres, no salvajes....el cine se me ha cruzado...

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    6. ¡Qué bien, Marisa! Me alegro mucho de que te hayan gustado los Cazalet (por cierto, creo que existe una serie, que pronto estará en Filmin, a ver si está a la altura).
      ¡Salud y buenas lecturas para este 2021!

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    7. Ya lo vi,sí, pero si es como la serie que hicieron de la trilogía de Corfú....pues mal, dejé de verla en el cuarto o quinto capítulo, me pareció malísima, no reflejaba nada el espíritu de las novelas ni la peculiaridad de cada personaje. Una decepción. Veré la de los Cazalet cuando la pongan, pero,miedo me da...
      Feliz año, a ver si esta vez es verdad...

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  3. Gracias ELENA, lo apunto! Tengo un ejemplo de lo que dices sobre "igual no es el momento para este libro". Hace años tuve una apendicitis que evolucionó mal y estuve en el hospital casi un mes (decir "hospital" en mi caso es aún más atroz: uno de esos castillos del terror británicos, con salas de 8 camas, separadas por cortinitas). Estaba leyendo "The fight club", un libro q luego me encantó y está lleno de subrayados, pero que en aquel momento, tuve q dejar temporalmente.

    Lo bueno es q esto es temporal, y esos libros te están esperando para el fin de esto, que llegará. Así q merece la pena "aguantar" como podamos, pensando en cuidarnos a nosotros (tanto el cuerpo como la mente) y a los demás, pensando en el bien común vs. el individualismo- eso que cierta gente llama "libertad" (de no llevar mascarillas, de juntarse en grupos, de... de... de)

    Salud y libros

    di

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    1. Gracias, Di. Soy muy consciente de que esto es temporal. En estos momentos, cuido mis lecturas igual que cuido mi salud. Mascarilla y distancia para las que no convienen. Ya llegará su tiempo.

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  4. Muy reconfortada por Angela Thirkell y por Elizabeth Jane Howard :-) Un abrazo.

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  5. Sí, Los Cazalet son un acierto. Compré los 2 primeros volúmenes tras leer la recomendación en Cosasquemepasan.com, y tuvo éxito en casa; mi madre y mi hermana mayor se apuntaron también.
    Sin embargo, a mí lo que de verdad me “reconforta” es releer. Libros como los Cazalet son como una buena serie de tv: te distraen del presente, hacen que pase el tiempo más rápido, y eso en este momento ¡se agradece tanto! Pero el confort íntimo me lo dan las relecturas. Ahora releo por tercera vez la biografía de M.Yourcenar (de sus ancestros, en realidad). Es como tomar un largo café con un amigo al que quieres mucho pero ves poco, y solo cuando lo reencuentras te das cuenta de lo que lo echabas de menos, y no puedas evitar preguntarte por qué rayos dejaste pasar tanto tiempo sin llamar.

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    1. Es verdad, Barbie, los libros pueden ser tan reconfortantes como charlar con un viejo amigo, de esos con los que te sientes cómoda y relajada. Ahora que, en muchos casos, no podemos ver a nuestros amigos, la lectura es la mejor opción.

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  6. A veces, con sólo tocar sus páginas u olerlos, los libros ya reconfortan...¡Qué haríamos sin ellos!
    Y ahora mismo voy a por Fresas Silvestres. me encantan los Cazalet y suelo buscar cobijo en lugares como Cranford así que Barsetshire me va a venir muy bien.

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    1. ¡Oh, sí, Cranford es uno de los lugares más reconfortantes que conozco! Tal vez estas Navidades toque una relectura, para compensar que van a ser unas fiestas bastante atípicas...

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