Onetti, contraviniendo todos los preceptos para usar un libro |
¿Amor por los libros como objeto o amor por los libros por su contenido? En muchos bibliómanos coexisten ambas facetas, en proporción más o menos variable. Sin embargo, a menudo los bibliófilos apasionados llegan a perder de vista la importancia del contenido para centrarse exclusivamente en el libro como objeto de deseo. Resulta para ellos tan importante preservar el libro en condición prístina e impecable, que casi se diría que desaconsejan su lectura, pues puede conducir al deterioro del ejemplar. Actitud muy diferente es la del auténtico bibliófago (no confundir este especimen de bibliómano/bibliófilo con los insectos bibliófagos, por favor), que se rodea de libros en todas las ocasiones y no tiene ningún reparo en leer mientras come, mientras pasea, en la cama, en la bañera... Lugares todos ellos peligrosos para la integridad del ejemplar en cuestión. Los 30 preceptos o prohibiciones a la hora de usar un libro que publicó Harold Klett en 1909, todos ellos de obligado cumplimiento para el bibliófilo, son un buen test para que cada uno de nosotros evalúe en cuál de los dos campos se sitúa. En algunos sin duda estaríamos casi todos de acuerdo, como en el de "No arrancar de los libros los grabados antiguos", "No emplear los libros para asegurar mesas o sillas cojas" o, incluso, en el jocoso "No arrojar los libros contra los gatos, ni contra los niños". Sin embargo, ¿cómo prescindir del placer de leer en la cama? Y ¿qué bibliófago dejaría de llevar consigo algún libro en un viaje por mar?. Posiblemente el precepto que resume mejor la diferencia que hay entre uno y otro bando sea el de "No comprar libros sin valor". Porque ¿qué verdadero biboliómano se resistiría a comprar un libro de su autor favorito sólo porque se tratase de una edición barata?
Reconozco que he comprado algún libro por la portada (método que no me suele funcionar demasiado mal), pero comprar libros por su valor y/o mera estética, independientemente del contenido no me va.
ResponderEliminarUn libro debe poderse leer (tanto por contener una buena historia como por no ser delicadísimo y de "mírame y no me toques"). Y si además es bonito y demás, pues mejor que mejor.
Los 30 preceptos no los conocía y me han hecho mucha gracia. Algunos yo también los llevo a rajatabla (no doblar las esquinas), otros me los salto a mucha honra (leer en la cama, secar flores dentro...).
Según los 30 preceptos, creo que soy una maltratadora de libros: he llegado a separar hojas con un cutter en vez de devolverlo a la librería. Pero en cuanto a lo de comprar libros por la portada, no me fío. Tiene que gustarme la historia que me cuentan, si no ya puede venir envuelto en el mejor envase del mundo.
ResponderEliminarHay dos maneras de amar los libros, una es por su belleza como objeto y la otra por lo que contienen.
ResponderEliminarRespecto a su belleza como objeto tienen los días contados, a excepción de los maravillos libros de arte, viajes o fotografía.
La literatura pura y dura tiende a despojarse de artificios superfluos, hace mucho tiempo que terminó el tiempo de las maravillosas encuadernaciones hechas a mano, donde el encuadernador se ponía al servicio de su oficio, ejercido con auténtica maestría. Era el tiempo de los oficios artesanos.
En la actualidad todo gira en torno a la rapidez y a la economía, se fabrican las cosas para usar y tirar, nadie se plantea poseer por lo que son si no por lo que han costado.
Personalmente compro los libros por su contenido y casi nunca "eso" que me gusta se encuentra en los escaparates de las librerías.
Me gusta indagar, buscar, adquirir libros que otros hayan leído, que tengan una historia paralela. Me gusta oler sus páginas, tocar su papel, saber que me esperan sobre la mesilla de noche.
Hay autores tan sublimes que es una pena que sólo se encuentren publicados en ediciones de bolsillo. ¿cómo llevar en el bolsillo lo escrito por Herta Müller? ¡es un sacrilejio por dios¡
De las 30 prohibiciones confieso que hay bastantes que no respeto (leo en la cama, paso las páginas con el dedo mojado, pongo la fecha de compra y nombre en la primera página, si estoy resfriada estornudo sobre ellos, jamás arranco una página ni escribo notas al margen, no los uso como arma arrojadiza ni como adorno en los estantes)
Resumiendo --> Mantengo una relación muy estrecha con ellos, pero eso si, soy fiel al que tengo entre mis manos, jamás leo dos libros a la vez.
Te dejo un enlace de mi blog para que te descargues una joyita "Tocar los libros" de Jesús Marchamalo. Cómpratelo y disfrútalo.
http://my.opera.com/odradek/blog/tocar-los-libros
C.A. Makkkafu.