Marie leyendo en el jardín, del pintor noruego Peder Severin Kroyer. |
Durante uno de esos largos veranos de mi adolescencia, mi hermano y yo coincidimos -imagino que por aquello de las inevitables rivalidades fraternas- en querer leer el mismo libro, una novela policiaca cuyo título, la verdad, no recuerdo. Al final, impuse mis derechos de hermana mayor y me hice yo con él. Sin embargo, como tenía -y sigo teniendo- la costumbre de leer varios libros al mismo tiempo, durante algunos momentos del día el volumen en cuestión quedaba disponible. Mi hermano, taimado él, no sólo aprovechó esos intervalos para leerlo a escondidas, sino que ideó una sutil venganza: apuntó en una de las páginas, hacia el final, cuando la intriga estaba en su punto álgido, "El asesino es Tal" (no recuerdo tampo el nombre, claro). Me arruinó la lectura, por supuesto. Sirva esta anécdota para advertir a los lectores que hayan llegado hasta aquí que a lo largo de esta entada revelaremos el final de unas cuantas obras destacadas de la literatura. Quedan avisados. Luego, que nadie venga quejándose de que le he estropeado la lectura.
Todos tenemos lagunas en nuestra formación literaria, un "muro de la vergüenza" que a menudo no nos atrevemos a revelar. Y, en cualquier caso, admitamos que es imposible leer todo lo que se supone que una persona medianamente culta debe haber leído. No hay tiempo material. Por otro lado, como sugiere sensatamente el artículo del Huff Post que me ha servido de inspiración, ¿qué sentido tiene perder tu precioso tiempo leyendo varios libros de un autor que quizás no te gusta? ¿Sólo porque es un autor importante? Al estilo de lo que hacía Pierre Bayard en su libro Cómo hablar de los libros que no se han leído, ese artículo quiere ayudarnos a salir de esas situaciones en que alguien pregunta "¿Qué te pareció tal libro?" desvelándonos el final de unas cuantas de esas obras maestras. Eso no nos permitirá extendernos hablando del libro en cuestión, pero sí decir "No me gustó cómo acaba" o "Ese final me hizo llorar" (creo que sólo puede aplicarse a La cabaña del tío Tom). Así pues, ahí van unos cuantos spoilers. Pensando en el público de habla hispana, he añadido a los tomados del Huff Post un par que pertenecen a obras escritas en castellano. ¡Ah! y por si alguien no ha visto la película, me he abstenido de decir quién es el personaje que muere en el último volumen de la saga de Harry Potter (¿alguien tiene alguna duda aún de quién es?).
Moby Dick, de Herman Melville: Al contrario de lo que podría suponerse por la cubierta, Moby Dick no es una ballena llena de furia, sino más bien un ser apático, aunque muy poderoso. El que sí está obsesionado es el capitán Ahab, que acaba siendo arrastrado a las profundidades del oceáno junto con toda su tripulación, a excepción de Ishmael (que es el narrador; de no haber sobrevivido, no habría novela).
Ulises de James Joyce: Aunque esto es el anti-spoiler, porque lo de menos en la novela es el final, la cosa va así: Molly Bloom piensa ocho frases realmente largas mientras está en la cama junto a su esposo. Le parece que le va a venir la regla, lo que confirma que no está embarazada de un hombre que no es su marido.
La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher Stowe: El dueño de Tom muere antes de poder concederle la libertad a Tom y su malvada esposa se lo vende a un nuevo dueño aún más malvado, quien hace que lo maten porque se niega a denunciar a sus compañeros, que han escapado. Este sí es uno de los casos en que conviene saber el final.
La regenta, Leopoldo Alas "Clarín": El marido de Ana Ozores muere en un duelo por salvar su honor y ella se ve repudiada por toda la sociedad, incluido el Magistral, su confesor. La última escena transcurre en la catedral e inluye un beso viscoso como un sapo. Basta con decir que eso era realmente asqueroso para quedar bien.
El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez: Después de varios rechazos y de un paciente cortejo, Florentino Ariza logra por fin, a sus setenta años, conquistar el amor de Fermina. Nunca es tarde si la dicha es buena. ¡Por fin un final feliz!
De todas formas, poco o nada aporta saber el final de un libro. Si no lo has leído (disfrutándolo u odiándolo desde dentro), entonces, para lo único que sirve es para aparentar ante los demás.
ResponderEliminarEs lo mismo que saber que la Torre Eiffel está en París o el Partenón en Atenas, pero si te hablo de ellos, de lo que sentí cuando estuve allí, de mis sensaciones y mis sentimientos, de lo que me sugirieron o me trasnmitieron, te quedarás como perdido ante el abismo. Ni siquiera sabrás de lo que hablo.
Además, hay libros (véase "Moby Dick" o "Ulises") que realmente el final, el argumento o la historia poco importan, sino el transcurso narrativo, el aparato literario por sí mismo, el disfrute con la palabra escrita.
un cordial saludo desde el infierno.
Claro, amigo barbussiano. Por eso este post está hecho con ánimo irónico. Difícilmente alguien va a sacar algo en claro de esos libros por saber el final. No valen resúmenes, los libros hay que leerlos para saber realmente de qué van.
EliminarNo se soporta bien a los que cuentan libros ni a los que cuentan películas. Me recuerdan a aquel humorista que contaba "Grandes obras de la literatura universal muy-rápidas". El 'Quijote': "Un señor que se vuelve loco, se pelea con unos molinos y se muere".
ResponderEliminarComo vosotros, yo no le veo la gracia a contar un libro, a contar un cuadro, a contar un paisaje o a contar un... o a contar otra cosa. Hay que estar ahí y trabajárselo.
Un fuerte abrazo.
PS.: Yo creo que Moby Dick no era una ballena, sino un cachalote, pero a lo mejor estoy confundiendo al capitán Ahab con Gregory Peck.
Genial entrada. Lo de resumir Ulysses tiene mérito, también te lo digo.
ResponderEliminarCon el Ulysses sólo hay dos posibilidades: o resumirlo en tres frases (con lo cual consigues no decir nada en absoluto sobre lo que es el libro) o escribir el libro de nuevo.
EliminarSoy de las que cuanto menos sepa del libro mejor. Ya ni leo las contraportadas, ya que más de una vez me han desvelado gran parte del argumento. Saludos
ResponderEliminar¡Qué buenos son los domingos para ponerse al día! Me ha gustado mucho la sibilina anécdota de tu hermano y particularmente también el "spoiler" del Ulises. Más que el libro, diría, si no fuera muy incorrecto y me dejara en mal lugar.
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