¿Cuánto hace que no recibo una carta escrita a mano? No puedo ni recordarlo. Lo más parecido, quizás, alguna felicitación navideña (otra especie en franca extinción), aunque esas dos líneas de buenos deseos navideños casi no tienen valor en el recuento. El teclado omnipresente y, más recientemente, la comodidad de hablarle al móvil y que éste traduzca nuestras palabras en texto -saltándonos así incluso ese mínimo contacto manual- han reducido el arte de escribir a mano a algo testimonial. Pero que sigue siendo importante. Philip Hensher, escritor y crítico británico, lo cree así, y le ha dedicado todo un libro, Missing Ink: The Lost Art of Handwriting, que si bien seguramente no logrará que todos regresemos a la pluma y el bolígrafo, constituye al menos un toque de atención hacia ese arte que va quedando arrinconado por la tecnología. Tal como dice Hensher, la escritura autógrafa “registra nuestra individualidad, y la marca que la cultura ha dejado en nosotros. Algunos han visto en ella la clave inconsciente de nuestras almas y nuestra naturaleza más íntima. Se ha considerado una señal de nuestra salud como sociedad, de nuestra inteligencia, así como un objeto lleno de simplicidad, gracia, fantasía y belleza en sí mismo". En el pasado, la letra manuscrita de un persona se veía como un indicador irrefutable de sus rasgos personales. Una caligrafía bella y legible reflejaba el orden mental de su autor, su educación, su esmero. Y lo que se escribe en momentos de intensa emoción transmite no sólo en las palabras, sino también en la letra, esa turbación del ánimo. Esos rasgos de personalidad se pierden irremediablemente en el texto mecánico. Por muy sentido que sea lo que queremos transmitir, los signos que trasladan el mensaje son tan fríos como los de una circular del banco. Está claro que, en aras de la rapidez y la comodidad, hemos dejado algo atrás.
Hasta tal punto echamos de menos la letra manuscrita que unos tipos listos incluso han inventado una aplicación, Fontifier, que permite escanear la propia letra y aplicarla a un texto de ordenador, para conseguir así una nota aparentemente manuscrita pero totalmente automatizada. El colmo.
Escribir a mano involucra no sólo la mano y la muñeca, sino también el brazo, el hombro, a veces incluso todo el cuerpo. En las personas zurdas se aprecia especialmente el esfuerzo de la escritura; su brazo, su espalda, se curvan al escribir. Los escolares que aprenden este arte también dan muestras de su esfuerzo, mientras aferran el lápiz con fuerza y dejan que asome la lengua, concentrados al máximo para lograr trazar esa curva de la "a" o el palo ascendente de la "b". Pues si los sumerios trazaban sus signos en tabletas de arcilla y los romanos sobre cera, la pluma o el lápiz también dejan surcos sobre el papel cuando escribimos, rastro físico de la fuerza efectuada. Podríamos decir que al escribir a mano nos volcamos sobre el papel, con el que tenemos una conexión directa, mientras que el teclado y la pantalla ponen una distancia entre lo que queremos decir y su manifestación fisica final.
Aunque no hable como una voz por teléfono (o como una comunicación por Skype), una carta manuscrita "habla" a través de la letra de su autor. Las letras sobre la página viven y respiran como quien las escribió, y seguirán haciéndolo incluso cuando éste haya desaparecido. Mucho más que una página mecanografiada, la carta de alguien querido sigue interpelándonos y dialogando con nosotros a través del tiempo.
Decía que hace tiempo que no recibo una carta. No es cierto. Mi madre, fallecida hace unos días, dejó entre sus papeles una carta dirigida a sus hijos. Esas hojas manuscritas, que nos hablan con una voz que ya no oiremos más, constituyen el legado más precioso que haya podido dejarnos.
Aunque no hable como una voz por teléfono (o como una comunicación por Skype), una carta manuscrita "habla" a través de la letra de su autor. Las letras sobre la página viven y respiran como quien las escribió, y seguirán haciéndolo incluso cuando éste haya desaparecido. Mucho más que una página mecanografiada, la carta de alguien querido sigue interpelándonos y dialogando con nosotros a través del tiempo.
Decía que hace tiempo que no recibo una carta. No es cierto. Mi madre, fallecida hace unos días, dejó entre sus papeles una carta dirigida a sus hijos. Esas hojas manuscritas, que nos hablan con una voz que ya no oiremos más, constituyen el legado más precioso que haya podido dejarnos.
ResponderEliminarYo escribo muchísimo a mano, cuando algo de verdad es importante lo escribo siempre a mano primero porque así es mas mío..cuando lo paso al ordenador ya es para los demás.
Y sigo escribiendo cartas..pocas..pero escribo cartas.
La carta de tu madre es como dices un tesoro..porque es ella, mucho más que si os hubiera dejado un mail.
Un beso fuerte...
Siento mucho lo de tu madre, esa carta era su manera de dejar un pedacito de su cariño.
ResponderEliminarSiempre me han gustado las viejas cartas, tengo guardada mi correspondencia infantil y a veces releo alguna de esas cartas manuscritas. Llevo siempre un pequeño cuaderno en el bolso en el que escribo lo que se me ocurre (antes de tenerlo, a veces rellenaba los tickets de la compra con mis ideas peregrinas). Eso sí, pese a que las páginas están cosidas, escribo por cualquiera de los lados e intercalo frases o las coloco con flechas. Al parecer el orden no es lo mío.
Un abrazo.
Creo que escribir a mano es una de esas cosas que hace tiempo parecen a punto de desaparecer, pero tienen una mala salud de hierro. Quizá pasó lo mismo al llegar la máquina de escribir. Pero mientras los niños continúen aprendiendo en los colegios cómo se hace, perdurará. El arte de escribir, en cambio, ya no es de nuestro tiempo, y quizá por eso ahora vemos la escritura como algo tan íntimo. Curiosamente yo también llevo una temporada con algo parecido a esto, aunque desde otra perspectiva, así que esta entrada me resulta muy cercana.
ResponderEliminarLo siento.
Un fuerte abrazo.
Antes que nada, siento mucho lo de tu madre. Tú y tus hermanos debéis consideraros privilegiados por esa carta de despedida que os escribió.
ResponderEliminarYo soy optimista respecto a la escritura, y, aunque evidentemente nada va a detener los avances tecnológicos, sí creo que dentro de un tiempo se le volverá a dar a la escritura la importancia que tiene.
Un abrazo.
Elena, siento lo de tu madre y te envío un fuerte abrazo. Esa carta es un auténtico tesoro.
ResponderEliminarMe ha gustado este escrito porque recupera algo que parece ir desvaneciéndose más rápido de lo que creemos. Yo sigo escribiendo mis escritos a mano en un cuadernillo que me regalaron para ello, pero es cierto que las cartas ya han desaparecido.
Conectando la historia de tu madre con lo que nos has escrito, recuerdo que un amigo tenía una forma maravillosa de enviar palabras escritas a sus hijos y nietos. En los libros de su biblioteca, tras haberlos leído, les escribe notas a mano que coloca entre medio de las páginas. En ellas les habla de lo mucho que les quiere y de lo importante que son para él o de lo que representa ese libro para él. Confía en que algún día, cuando ya no esté, ellos se decidan a leer los libros de su padre o abuelo y se encuentren con esas misivas cariñosas, además de estar compartiendo su lectura. Creo que a mí se me caerían unas lagrimitas si me encontrara con algo así.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo contigo, esa carta tuvo que ser muy especial para vosotros.
ResponderEliminarUn abrazo
Aprendimos a escribir (a juntar letras, quiero decir) siendo niños, y nos parecía tan natural y tan agradable ir formando aquellos signos... Y ahora, cuando queremos redactar una nota manuscrita, la mano parece torpe y envarada, abotargada y pesada.
ResponderEliminarAhora nuestra cabeza piensa y, sin más, los dedos se mueven "solos" sobre el teclado. Y ni siquiera podríamos recordar dónde están las letras.
¡Saludos!
¡Muchas gracias a todos por vuestros ánimos! Mi madre era una gran lectora y yo sé que a partir de ahora, cada vez que un libro me guste, añoraré no poder compartirlo con ella. Pero al mismo tiempo confío en que la lectura me aportará consuelo. Igual que no es pensable dejar de leer, tampoco lo es dejar de escribir. Y los sentimientos más profundos piden que los expresemos a mano.
ResponderEliminarELENA, a medida que iba leyéndote se me ocurrían cosas, porque estoy completamente de acuerdo con que la letra escrita a mano dice mucho de quien escribe (de su propia personalidad, y del valor que da a la “persona escrita”), y que a mi me pasa –como a tantos- que ya no escribo, sólo firmo. Se me ocurrían dos excepciones: una la citas, las felicitaciones de Navidad; la otra son algunas postales que mando cuando estoy de viaje en sitios singulares …
ResponderEliminarPero al llegar al final he leído lo de tu madre: lo siento, y no sé si todo lo anterior queda un poco fuera de lugar.
xG
Gracias, xGaztelu. Sí son pertinentes tus comentarios, lo cierto es que cada vez escribimos menos a mano. Y es una lástima...
EliminarLamento que no puedas tener a tu madre para contarte de viva voz lo que te dice en esa carta, pero una carta manuscrita tiene algod e ella. que no tendría un folio escrito a ordenador y firmado por ella.
ResponderEliminarPor eso mismo pienso como el niño vampiro, que antes o después volverá a ponerse de moda. Algún lumbreras nos deslumbrará con un revival de plumines, cuartillas, holandesas y tinta china, vendiéndonos cursos on-line de escritura a mano, libros de "Caligrafía para Dummies" y todo eso. Somos tan simples a veces que para recuperar las tradiciones más humanas necesitamos que nos las metan por los ojos.
Por cierto, me encanta la palabra inglesa para la escritura a mano, penmanship. Tanto me gusta que incluso recuerdo donde la aprendí porque la busqué en el diccionario y se me quedó grabada. En una escena de "Tienes un email", un socio de Tom Hanks, al recordar a la madre de Meg Ryan y enterarse de que ha muerto dice "Ah, si, esa mujer tenía una preciosa escritura". Magnífico recuerdo. Ahora tu puedes decir lo mismo de tu madre.
Un abrazo.
Oscar, de hecho parece que la escritura a mano ya está en vías de "ennoblecimiento": leí no sé donde que cada vez se venden más plumas caras y especiales, así como papeles de lujo.
ResponderEliminarY sí, mi madre tenía una bonita caligrafía, producto de su educación con las monjas, que al parecer cuidaban mucho esas cosas.
Nosotros hacemos unas libretas de cuero personalizadas (grabamos el nombre del destinatario o una frase inspiradora), que contienen 2 cuadernos (uno con papel rayado y otro con hojas en blanco), si os gusta tomar notas a mano, os animamos a visitarnos
ResponderEliminarhttp://www.notaygarabato.es
A mi me parece que el escribir a mano está muy ligado a la sabiduría porque lo que se escribe lentamente se piensa lentamente y además es un placer y un pasatiempo perfecto para jubilados. Yo he escrito el Quijote, La Biblia, las Novelas Ejemplares de Cervantes, el Lazarillo de Tormes, El Manifiesto Comunista, un libro de cocina de principio del pasado siglo, un libro con cancionnes del folklore de mi tierra y muchas cosas mas. Tengo el placer de tener un ejemplar único en el mundo de esas obras y eso me lo ha proporcionado la escritura.
ResponderEliminarAne todo, disculpa la tardanza en responder, por algún motivo Blogger no me avisa de los comentarios. Me ha dejado pasmada tu laboriosidad amanuense, ¡debes de haber pasado años escribiendo todo eso! Tienes mucha razón all decir que lo que se escribe lentamente se piensa lentamente. Una actividad muy recomendable.
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