Si atendemos a ciertas opiniones
que circulan por ahí, se diría que para que haya un libro basta con que exista
un autor. Error. Con ser éste un elemento fundamental, para convertir un manuscrito en un libro impreso es precisa la
intervención de toda una cadena de profesionales cuya labor, a menudo oculta,
no es sólo imprescindible para éste tome cuerpo, sino que influye de manera
decisiva en su forma final y, a la postre, en su efecto sobre el lector. Ahora
que tanto se reivindica la autoedición –parecería que gracias a ella el autor
se basta y se sobra, pero a la vista están los resultados para desmentirlo─, he
creído oportuno presentar desde este espacio a algunos de estos protagonistas
silenciosos del libro. Hacerlos visibles, porque su profesionalidad, su
criterio y su trabajo hacen de los libros esos objetos que tanto amamos.
Más de una y de dos veces hemos hablado aquí de las
cubiertas, esa carta de presentación del libro y de su importancia. Recientemente, comenté la arriesgada –y conseguida─ cubierta con que Alba Editorial presenta su nueva traducción de la
inmortal obra de Flaubert, La señora
Bovary. Pues bien, hoy traemos a Pepe
Moll de Alba, pintor, diseñador y sobre todo gran artista, artífice de ésta y del resto de
cubiertas de dicha editorial. Llaman en ellas la atención esa combinación entre
rigor y sensualidad que se ha convertido en una marca de la casa. Pepe se ha
prestado amablemente a contestar algunas preguntas acerca de su trayectoria
profesional y de su trabajo como
diseñador de cubiertas.
Pepe Moll de Alba |
Para
empezar, ¿puedes hablarnos brevemente de tu formación, tu vinculación con el
diseño de libros, tus otras facetas artísticas?
Aunque
casualmente nací en Barcelona soy de origen canario. Allí pasé mi infancia y
juventud hasta que marché a estudiar a Alemania. Primero estudié pintura en
Múnich en la Freie Kunstschule München y luego seguí mi formación artística en
la Hochschule für Gestaltung, Kunst und Medien de Stuttgart para acabarla en
Roma. Relato todo este periplo porque esta mezcla de influencias tan dispares
es lo que más me ha marcado profesionalmente.
Actualmente
vivo y trabajo como pintor y diseñador de libros entre Canarias, Barcelona y la
Toscana.
Desde 1995
soy responsable del diseño de la editorial ALBA.
Cuando te
encargan una cubierta, ¿cómo es tu proceso de trabajo? ¿dónde y cómo buscas las
ilustraciones?
Después de
tantos años diseñando libros –debo de haber hecho ya más de mil– he
desarrollado la capacidad de visualizar las cubiertas, de verlas.
En primer
lugar es muy importante que el editor o el autor tenga confianza en uno y deje
hacer, pero también que transmita su enfoque correctamente. A veces esta
primera orientación no está clara o no me gusta y es entonces cuando hay que
convencer con otro punto de vista. La edición es un trabajo en grupo y ahí está
la parte más estimulante y divertida, pero la coherencia visual tanto a nivel
del libro en concreto como de la editorial en su conjunto es mi responsabilidad.
Cada libro
se puede enfocar desde muchos puntos de vista. Me gusta pensar que trabajo para
un lector inteligente que agradece los guiños que evitan la obviedad. Este
juego es muy inspirador. En la editorial ALBA he tenido la suerte de trabajar
desde sus inicios con un editor como Luis Magrinyà con el que tengo una gran
afinidad, tanto estética como de concepto.
Ser pintor
también ayuda. He trabajado mucho el color hasta hacerlo marca de la casa y
muchas de las cubiertas están relacionadas con mi búsqueda personal y la
información visual acumulada de años.
En cuanto a
las ilustraciones no es tanto donde las encuentro como la manera de tratarlas,
el encuadre, la elección de un detalle en concreto, la forma de combinarlo con
la tipografía. Es esto lo que hace que una imagen obtenga un enfoque diferente
y se personalice, ganando en tensión y misterio.
Desde fuera,
comparando por ejemplo algunas de las primeras cubiertas de la colección
AlbaClásica con las del Red Riding
Quartet o las más recientes de Rara Avis, por citar sólo algunos ejemplos,
podríamos decir que tu estilo ha ido cambiando. ¿Hacia dónde crees que te lleva
esta evolución?
Un acierto
en la editorial ALBA ha sido que el diseño estuviera centralizado, lo que ha
permitido editar todo tipo de libros siendo siempre el producto final marca
ALBA.
Continuamente
hay que renovarse, lo que vale para un año lo deja de hacer al siguiente. Uno
también va cambiando y eso se refleja en el trabajo. Hay diseños de colecciones
que se han convertido de referencia y no se pueden tocar. Funcionan y tenemos
un público fiel que nos sigue, como es el caso de Alba Clásica.
Por otra parte tenemos que abrir nuevas vías e
intentar llegar a otro tipo de lector y cada colección pide una nueva solución
estética y un nuevo lenguaje. Rara Avis es el reto de poder hacer una colección
atractiva con solo dos colores, dos tintas. Esto hace que el resultado visual
cambie, que repercuta también en el precio de venta y lleguemos a más gente.
Veo las
cubiertas como el icono visual del contenido, la cara de la literatura. Hay
colores que atraen más que otros, que crean atmósferas y con ellos se puede
reflejar lo que el lector encontrará dentro del libro. La tipografía también es
una herramienta de expresión importante y la utilización de una u otra hace que
el conjunto cambie. No es lo mismo un libro de novela negra, de arte, infantil
o un clásico. Cada uno va dirigido a un tipo de lector. Hay que tener en cuenta
todo: si es en color o en blanco y negro, si el plastificado del libro es mate
o brillante, tapa dura o rústica. Cada elección tiene un efecto diferente y en
ese juego de equilibrios radica el que se consiga el objetivo.
Cada libro es un reto, algo nuevo que me estimula y esto es un lujo.
¿Qué
cubierta te gustaría diseñar que aún no te han propuesto?
¡Hay tantas
buenas cubiertas hechas que nunca verán la luz! Hay un libro que siempre quise
diseñar pero nunca llegó, Viaje a Italia de Goethe, quizás porque fue
también desde Alemania que descubrí ese país. Tenía la imagen elegida por si en
algún momento se hiciera, ya que hemos publicado varios libros de este autor.
El cuadro se titula Recuerdo de Roma del pintor alemán Carl Gustav Carus
pero no sabía en qué museo se encontraba. Años mas tarde, estando en Frankfurt
y por recomendación de la directora de la editorial, fui a visitar la casa
natal de Goethe. Y allí estaba, colgado en su casa.
Cuando la
vida rima es que vas bien.
Me ha encantado esta entrada y entrevista. Las portadas de Alba son de lo mejorcito (quizá junto a las de Impedimenta y algunas de Lumen) que veo en las librerías de por aquí.
ResponderEliminarEn las librerías inglesas es al revés, es raro el libro que no leería sólo por su portada.
A mí también me ha resultado muy interesante la entrada, ¿es el principio de una nueva serie? Es verdad que metidos en la marea de la edición electrónica y el libro digital parece a veces que el único paso intermedio entre el original del autor y el libro resultante es, por decirlo de alguna manera simpática, la mecanografía. Personalmente me gusta ver toda la creatividad que hay implicada en el proceso de hacer un libro, y si es una serie, la seguiré con mucho interés.
ResponderEliminarPues sí, Urzay, la idea es inaugurar una nueva serie dedicada a esos profesionales de la edición tan imprescindibles y tan ignorados por el público en general. La mayoría de la gente parece creer que un señor escribe un texto y ¡hop! por arte de magia aparece convertido en libro en la mesa de una librería. Ahora más que nunca, en esta época de cambio tecnológico, me parece necesario reivindicar que el libro es una tarea colectiva hecha por gente generalmente llena de sabiduría y vocación. En la medida de mis posibilidades, espero ir completando este mosaico de la edición con entrevistas a otros profesionales.
EliminarMuy interesante, mucho. Lo que se dice en la segunda pregunta (o más propiamente la segunda contestación) sobre el proceso creativo es acertado: “que el editor o el autor confianza en uno y deje hacer, pero también que transmita su enfoque correctamente. A veces esta primera orientación no está clara o no me gusta y es entonces cuando hay que convencer con otro punto de vista. La edición es un trabajo en grupo y ahí está la parte más estimulante y divertida.”. Y eso de “Como si de manera natural hubiera mezclado el Renacimiento toscano con la Bauhaus”, una auténtica audacia.
ResponderEliminarY una cosa más: yo, de “mayor”, quiero ser como Pepe, y vivir entre Canarias, Barcelona y la Toscana. Un lujo.
xG
Totalmente de acuerdo, a mí ese estilo de vida también me produce gran envidia.
EliminarSi conocieras a Pepe, verías que lo de la mezcla entre la Bauhaus y el Renacimiento tiene todo el sentido.