Supongo que es buena señal que un libro como el de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil lleve más de diez ediciones, aunque a veces tengo la impresión de que lo que predica convencerá sobre todo a los ya convencidos. Si he de atender a lo que observo a mi alrededor, a la hora de orientar a los hijos hacia unos u otros estudios una gran mayoría de los padres se guía por el "¿y esto para qué te va a servir?". (Creo que conozco sólo uno que se mostró encantado de que su hijo se hubiese decantado por estudiar Filosofía: "Lo importante es que aprenda a pensar, el resto vendrá por sí solo", decía.)
Atinadamente, Ordine nos recuerda que:
"El estudio es en primer lugar adquisición de conocimientos que, sin vínculo utilitarista alguno, nos hacen crecer y nos vuelven más autónomos. (...) Sería absurdo cuestionar la importancia de la preparación profesional en los objetivos de las escuelas y las universidades. Pero ¿la tarea de la enseñanza puede realmente reducirse a formar médicos, ingenieros o abogados? Privilegiar de manera exclusiva la profesionalización de los estudiantes significa perder de vista la dimensión universal de la función educativa de la enseñanza: ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas."
Esto último, la curiosidad -que él designa por su nombre latino, para enfatizar su vertiente culta y desvincularla de la curiosidad que es simple afán de cotilleo-, el preguntarse por todo lo que nos rodea y el afán de saber lo que ignoramos, es el motor de todo conocimiento verdadero. Si reducimos la enseñanza académica a la mera obtención de unas competencias prácticas y de un título que lo acredite, nos encontraremos con una masa de gente que, una vez superada la edad escolar/universitaria entienden que ya no precisan aprender nada más. Sin embargo, lo que nos hace plenamente humanos es la pasión por saber, la curiosidad por aprender.
A eso alude también la cabecera de este blog: los lectores curiosos a los que idealmente me dirijo somos no sólo voraces, sino también omnívoros. Si algo llama nuestra atención, perseguimos aquellos libros que pueden ampliar nuestro conocimiento al respecto; si un autor despierta nuestro interés, leemos toda su obra; las páginas de cualquier libro que caiga en nuestras manos están potencialmente llenas de pistas que nos conducirán a otros libros, y estos a su vez a otras pistas. No leemos para aprobar un examen, ni para cumplir un requisito, ni porque un determinado tema esté de moda. De hecho, a menudo nos encontramos buscando obras descatalogadas, rescatando de lo oscuridad de las bibliotecas a autores olvidados o leyendo acerca de asuntos que no parecen interesar a nadie más. ¿Por qué? No hay otro motivo que la curiosidad: el placer de aprender. Seamos curiosos, pues.
Mi padre fue de esos padres que no me puso ni un pero cuando decidí estudiar filosofía. He disfrutado de mi profesión y sigo desde mi blog de una jubilada comentando curiosidades y aprendiendo de los demás, como aprendí de mis alumnos. Es una pena que la mentalidad del "¿y esto para qué sirve?" se haya impuesto entre nuestros dirigentes y se quieran cargar la filosofía.
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ResponderEliminarSí, después de cargarse las lenguas clásicas, ahora le toca el turno a la filosofía. Vamos camino de tirar dos mil años de civilización por la borda.
Eliminar"Curiosidad. Una historia natural" es una colección de preguntas que tienen raíz en pasajes de la infancia del propio autor: la primera vez que se extravía en las calles de su barrio lo llevan a meditar sobre las expectativas que abre la posibilidad de toparnos con lo desconocido; las preguntas que hacía en su infancia a sus mayores le revelan el contenido de emoción y esperanza que hay en interrogar al mundo; las lecciones que recibió de su profesor de secundaria al leer colectivamente La celestina le enseñaron a interesarse en cómo sucedía la seducción de las palabras. El eje bibliográfico de esta investigación es la Divina comedia, que según Manguel, es una obra que puede leerse como la búsqueda de un hombre impulsado por la curiosidad, cuyo protagonista que se detiene a cada paso para averiguar las historias y las razones del destino de condenados y salvados. Este libro explora el mecanismo mediante el cual construimos nuestra experiencia del mundo.
ResponderEliminarhttp://www.gandhi.com.mx/curiosidad-una-historia-natural
Un libro que tengo pensado leer muy pronto. Gracias.
EliminarSiempre fui bastante curiosa y tuve la suerte de estudiar algo que fomenta el (auto) aprendizaje. Y me da mucha rabia cuando alguien no tiene afán por aprender aun teniendo los medios para ello, pienso en los que no los tienen y se las tienen que apañar como pueden. No es asunto mío, no sé por qué pillo esos berrinches.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parecidos sin duda a los que pillo yo cuando alguien me dice (de algo perfectamente accesible) "Es que no sé de esto". ¿Qué problema hay en aprender algo?
EliminarTengo pendiente leer este libro de Nuccio desde hace tiempo. La situación no invita al optimismo, pero no sé, aunque sea un consuelo escaso, esas diez ediciones me han alegrado el día.
ResponderEliminarSaludos :)
Pues sí, diez ediciones significan bastantes lectores. ¿Hay quizás esperanza para el saber inútil? :)
EliminarAcabo de descubrir tu blog y me ha encantado.
ResponderEliminar¡Mi mas sincera enhorabuena!
Justo tengo pensado escribir un artículo sobre este libro en mi blog, que casualidad.
PD: Te dejo la dirección por si tienes
"curiositas" ;)
http://laplumadeprometeo.blogspot.com.es/
Gracias por tu visita y tu comentario, R.G. Tu blog parece muy interesante, me lo guardo y me pasaré por ahí. ¡Curiosidad no me falta!
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