Hace poco, salió a relucir en una conversación con amigos (virtual, claro) cierta localidad y, sin pensar, comenté que yo había estado allí hacía poco. Por supuesto, enseguida tuve que desdecirme: debió de ser hace más de un año, al menos. De algún modo, los meses de confinamiento y restricciones en diversos grados que hemos pasado últimamente se han convertido -al menos en mi percepción- en no-tiempo. Se han fusionado todos en una amalgama informe y borrosa, han dejado de contar como días, semanas y meses por derecho propio para transformarse simplemente en "la pandemia", ese desagradable episodio que -¿ahora sí?- confiamos en haber dejado atrás y cuya huella queremos borrar cuanto antes de nuestra memoria.
Mal que bien, durante este largo paréntesis he seguido con mi vida, sobrellevando las limitaciones lo mejor posible, procurando tener presente en todo momento que las cosas podrían estar mucho peor (podría haber caído enferma yo, o alguno de los míos, podría haberme quedado sin trabajo, como le ha ocurrido a tanta gente, podría...). Pero resulta inevitable vivir los enormes cambios en lo cotidiano, la desaparición súbita de una forma de vida -viajar, salir, abrazar- como una pérdida. Me da la impresión de haber pasado algo parecido a un duelo, tal vez sin ser consciente de ello. Como es de esperar, ha habido momentos de desánimo, de ser incapaz de anticipar el futuro más cercano; total, tampoco se podían hacer planes. Por suerte, a falta de viajes para abrir el espíritu a la esperanza, estaban los libros. Así que hoy retomo este blog -después de una larga ausencia- para recomendar una obra que consiguió llenar de luz cada una de las horas en que estuve sumida en sus páginas, un verdadero periplo espacial y temporal, por la Italia y la Grecia que han inmortalizado literatos y artistas.
Libros como estos tienen un efecto sanador. Nos recuerdan, además, que aunque nuestro cuerpo esté encerrado, la imaginación es libre. Y nos puede llevar a los lugares más hermosos. Ni que decir tiene que corro a hacerme con los otros dos libros de esta autora -Los senderos del mar y En tierra de Dioniso-, ansiosa por seguir recorriendo caminos de su mano.
Sí, con los libros se viaja estupendamente. Me parece muy interesante este libro. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminar¡Gracias a ti por leer y comentar!
EliminarComo siempre con todas tus recomendaciones ya lo tengo apuntado y además lo tienen en mi biblioteca. mañana mismo lo saco. MIl gracias, como siempre.
ResponderEliminarEstá lleno de personajes fascinantes, algunos ya los conocerás, pero encontrarse con viejos conocidos es siempre agradable.
EliminarLeí este libro en enero de 2018, y llegué por él a P. Leigh Fermor, lo que ya justificaría de sobra su lectura, si no tuviera otros atractivos, que claro que los tiene. Recuerdo esta impresión: que la autora no caía jamás ni en la pedantería ni en los juicios morales. Sólo entusiasmo, pasión por esos libros, esos lugares y esas vidas. Así que comparto al 100% lo que dices en tu post. Salir de la pandemia y untarse bien de amor a Grecia (e Italia; pero por ese orden, si no recuerdo mal; en especial la Italia del sur, la Italia-griega). ¡Imposible hacer mejor recomendación en este momento!
ResponderEliminar(He ido a buscar mi ejemplar, porque con tu post me han entrado ganas de releerlo. Entre las notas negativas -por decir algo- una que cada vez me molesta mas en Acantilado: los libros son preciosos pero es como si nadie hubiera revisado el texto; hay fallos tontos que afean la edición; ausencia total de notas al pie/ que en algunos pasajes se agradecerían mucho etc)
Coincido contigo, Barbie, el entusiasmo de María Belmonte es contagioso. Será por eso que el libro tiene un efecto reparador.
EliminarLo de las notas: yo en general -al contrario de lo que parecen pensar los editores- soy muy favorable a las notas al pie. Siempre que sean inteligentes, porque cuando ponen notas sólo para decir obviedades me sacan de quicio. Leí hace poco un libro (no recuerdo cuál era exactamente, lástima) donde las únicas notas eran para informarte de cosas tan estúpidas como que Jorge III fue rey de Inglaterra. ¡Con gusto iniciaría una cruzada en favor de las notas al pie útiles!
"Peregrinos de la belleza" lo tengo en casa esperando turno, me lo regaló una buena amiga que conoce bien mis gustos lectores, así que sé que me gustará. También de Acantilado, disfruté mucho con el viaje (geográfico y temporal) de Elena Attlee: "El país donde florece el limonero", te lo recomiendo. Besos.
ResponderEliminarGracias Mónica, el libro de Attlee también me encantó, precisamente hablé de él aquí hace dos o tres años.
EliminarTomo buena nota de la recomendación; ya he visto que los tres están disponibles en mis bibliotecas.
ResponderEliminarAprovecho para decir que también yo vivo en una confusión temporal desde que la pandemia vino a ponernos la vida patas arriba
Bueno, al menos no soy la única... ¡Espero que los libros te gusten tanto como a mí!
EliminarAcabo de terminar En tierra de Dionisio y me ha encantado. He disfutado del viaje por Macedonia y coincido con vosotras en el entusiasmo y amor por la tierra griega que destila la autora, que nunca resulta pedante. ¡Una delicia de lectura!
EliminarMe alegro de que te haya gustado. ¡Será mi próxima lectura!
EliminarNo leo libros pero me gusta como reseñas un abrazo desde Miami
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